Este artículo fue publicado (en forma modificada) en DIABETES VOICE, la revista oficial de la Federación Internacional de Diabetes, en diciembre 2007, 52(4):15-18. Está reproducido con el permiso de la Federación Internacional de Diabetes.
En México, la diabetes mellitus, o más específicamente la hiperglucemia diabética crónica consecuente al consumo de grandes cantidades de carbohidratos (CHO), sigue siendo la causa #1 de muerte.
En Australia, tras años de vivir con diabetes mellitus, tipo 1, el señor Ron Raab se dió cuenta de que en su caso y en el caso de prácticamente todas las personas que tienen este u otro tipo de diabetes mellitus (DM), al reducir la cantidad de CHO que consume, luego luego más se aproximan sus niveles de glucosa en sangre (GS) a los normales.
Tras comprobar que la dieta recomendada casi universalmente para las personas que tienen DM siempre incluía un alto contenido de CHO, por su propia experiencia aprendió que la dieta recomendada presentaba graves limitaciones a su capacidad de regular los niveles de GS.
Decidió
adoptar un plan alternativo de alimentación. En el artículo
que sigue, el autor resume por qué optó por consumir una dieta con
un porcentaje significativamente bajo de CHO como herramienta clave
en sus esfuerzos para controlar la hiperglucemia diabética,
especialmente la postprandial (es decir, los valores de GS
después de comer).
Describe la lógica de esta práctica "bajo en CHO," que parte de la base científica que la respalda. Escribe de las principales contradicciones inherentes en las recomendaciones alimenticias prácticamente universales de las organizaciones y asociaciones dedicadas a guiar a las personas que tienen DM.
El consumo de una alta proporción de CHO en la dieta inevitablemente implica que la persona que tiene DM tenga que acompañarlos con altas dosis de insulina Regular o ultrarráìda. El resultado glucémico de seguir estas recomendaciones de "alto en CHO" no es estable ni predecible.
* Presidente de "Insulin for Life" y ex-Vicepresidente de la Federación Internacional de Diabetes
Me diagnosticaron diabetes mellitus, tipo 1 (DM1) en 1957, a los 6 años de edad. Cuarenta años después, yo ya había desarrollado algunas complicaciones diabéticas: lesiones oculares (retinopatía diabética), neuropatía diabética y el retraso impredecible del vaciado gástrico (gastroparesia).
A lo largo de los años, me había esforzado por mantener "buenos" niveles de glucosa en sangre (GS), aplicando los consejos estándares de consumir una dieta con un alto contenido de CHO, tratando de que fueran de bajo índice glucémico. Pero con ese plan de alimentación yo no había podido conseguir un nivel de glucemia cercano a lo normal (71-99 mg/dL) de manera consistente.
A la vez que me esforzaba por conseguir mejores resultados glucémicos, sufrí varias hipoglucemias graves y mis complicaciones diabéticas iban empeorando. Me vi obligado a llegar a la conclusión de que la recomendación de consumir un alto nivel de CHO no estaba funcionando para que yo alcanzara mis metas glucémicas.
En 1998, oí hablar de un enfoque alternativo que consistía en seguir un plan de alimentación que incluía un bajo contenido de CHO alimenticio, de bajo índice glucémico, un consumo moderado de proteínas y un consumo variable de grasas saturadas e insaturadas.
Se prometía que ese plan de alimentación, por lógica, generara una reducción importante de las dosis diarias de insulina. Tras mucho experimentar con este plan de alimentación, he reducido mi ingesta total diaria de CHO desde más de 250 gramos hasta alrededor de 80 gramos.
Sólo
uso aproximadamente el 40 - 45% de las insulinas que antes me
inyectaba cada día.
Desde que adopté el nuevo enfoque de bajo consumo de CHO, mis requisitos insulínicos han descendido en un 50%, a un total de 25 unidades diarias. Mi hemoglobina glucosilada (A1c ó HbA1c ó A1c%) ha mejorado enormemente, aunque todavía no es completamente normal (menos de 5%).
La variabilidad de mis niveles de GS se ha reducido; los episodios de hipoglucemia son menos graves. Tal y como observó mi oftalmólogo, mi retinopatía se ha estabilizado.
Mi tensión arterial se mantiene en un nivel normal y los lípidos han permanecido dentro del rango normal o aceptable durante la mayor parte del período que ha transcurrido desde que comencé este régimen.
Es un gusto decir que el hambre que sentía casi constantemente con el régimen anterior de tratamiento alimenticio, ha disminuído. La insulina estimula el apetito y este régimen nuevo hace que yo no necesite tanta insulina. Por ende, tengo menos hambre.
Con más posibilidad de éxitos en mis metas glucémicas, me siento más motivado y menos frustrado. Mi calidad de vida al igual que mi actitud psicológica han mejorado sustancialmente.
No considero que este plan de alimentación sea radical ni una dieta de moda. No lo confundo con los planes nutricionales extremosos que de vez en cuando vemos anunciados en las revistas de belleza y salud.
Tampoco es una dieta demasiado "alta en proteína." Escojo y ajusto el contenido protéico, parcialmente en base a qué me produzca una sensación de saciedad. Las grasas también contribuyen importantemente a la sensación de saciedad.
Relación de los carbohidratos a los niveles de glucosa en sangre
En la revista DIABETES VOICE (2002), el Secretario General de la Sociedad Internacional de Diabetes en la Infancia y la Adolescencia (ISPAD) comentaba que el control nutricional solía describirse como una de las piedras angulares de la atención médica a las personas que tienen DM. Pero, admite que desgraciadamente es esta piedra angular la peor entendida, la menos investigada y la que registra una peor observación entre las personas que tienen DM.
Prácticamente universalmente se recomienda que la persona que vive con DM obtenga entre 50% y 60% de sus calorías de los CHO.
¿Por qué se les aconseja a las personas que tienen DM que coman tantos CHO? Deberíamos tener en cuenta que este grupo de alimentos es la causa raíz de la inestabilidad glucémica. Además, es el grupo de alimentos que aumenta las dosis necesarias de insulina, lo cual genera más problemas de control de la hiperglucemia e hipoglucemia.
Los CHO no aportan gran cantidad de vitaminas, minerales o proteínas, que son esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo. Por lo tanto, reducir la ingesta diaria de CHO tiene sentido o lógica.
Cuanto mayor sea la ingesta de CHO en la dieta, más impredecibles serán el momento en que la GS llega a ser hiperglucemia y el grado del aumento glucémico observado.
Esto se ve exacerbado por la variabilidad en la absorción de la insulina. El tamaño de las dosis de insulina afecta la absorción de la insulina. Y, la absorción de la insulina determina, en parte, la velocidad y la profundidad del efecto hipoglucemiante.
Además, el pico y la duración de acción de las insulinas están relacionados al tamaño de la dosis inyectada. Todos estos factores de variabilidad se aumentan cuando la cantidad de insulina inyectada sea grande. Así, el alto consumo de CHO genera perfiles glucémicos erráticos e inestables.
Todo esto
implica que un régimen de tratamiento alimenticio que consiste en un
alto consumo de CHO (aunque sean CHO complejos, de absorción
lenta o de bajo índice glucémico) genere perfiles glucémicos
variables e imprevisibles, a comparación con un régimen bajo en CHO,
que requiere de menos grandes dosis de insulinas.
La gastroparesia y otras complicaciones de la hiperglucemia diabética crónica
La gastroparesia, una complicación diabética a largo plazo, es resultado de lesiones o daños al nervio vago. Estos daños están causados por niveles de GS que son anormalmente altos y que persisten a través de mucho tiempo.
Los resultados de estos daños se ven en niveles glucémicos variables, inestables e impredecibles. Esta afección, común entre las personas que llevan muchos años viviendo con la DM y un control glucémico inadecuado, puede ser desagradable. Sus síntomas van desde leves molestias hasta el dolor agudo.
La gastroparesia hace evidentes las consecuencias negativas de la hiperglucemia producida por el consumo de una dieta alta en CHO. En las personas afectadas, grandes cantidades de CHO pueden permanecer en el estómago, durante períodos largos o cortos de tiempo.
Luego, sin ton
ni son, de manera imprevisible y frecuentemente repentina, estos CHO
llegan a ser procesados o degradados y finalmente vaciados del
estómago y absorbidos en el intestino. Su absorción en el
intestino luego provoca una elevación anormal del nivel de GS.
Las personas que tienen gastroparesia y emplean una dieta alta en CHO, tienen que inyectarse con grandes dosis de insulina. Pero la acción de la insulina puede no coincidir con el vaciamiento de la comida del estómago y la consecuente hiperglucemia.
Para la persona que tiene gastroparesia, cuando la actividad de la insulina no coincide con la entrada en la corriente sanguínea de la glucosa contenida en los CHO ingeridos previamente, los niveles de GS varían mucho y se aumenta la posibilidad de hipoglucemia.
La posibilidad de hiperglucemia también es incrementada, ya que si los CHO se digieren en un momento imprevisto, cuando no hay suficiente insulina activa, generan un aumento rápido y marcado de los niveles de GS.
Hay otras consecuencias de seguir la recomendación frecuente de consumir una dieta con alto contenido de CHO. Existe una posible relación entre las altas dosis de insulina y el desarrollo de las enfermedades vasculares, como la enfermedad cardíaca, y eso independientemente de cualquier otro factor (tal como la hipertensión o la obesidad).
Cada vez hay más estudios que confirman que el aumento de los niveles de GS postprandial (después de las comidas), aun si este aumento es pequeño, influye en el desarrollo de complicaciones diabéticas discapacitadoras y potencialmente fatales.
El fenómeno de la "muerte en cama" consiste en que una persona joven que vive con la DM1 se va a la cama aparentemente bien y posteriormente es encontrada muerta en la cama, habiendo fallecido repentinamente durante la noche, sin razón evidente o explicación satisfactoria.
Se piensa, por ejemplo, que este fenómeno aterrador podría ser relacionado a las grandes cantidades de insulina rápida o ultrarrápida inyectadas por la persona que se ve obligada a intentar ajustar su glucemia antes o después del alto consumo de CHO en la comida o la cena.
Un error en el cálculo de la dosis de insulina, que tiende a ser grande si el consumo de CHO es grande, puede producir una hipoglucemia que trágicamente resulte en la muerte nocturna. La reducción de CHO en la dieta señala la necesidad de dosis de insulinas más pequeñas y por ende más seguras, porque no tan fácilmente producen niveles peligrosos de hipoglucemia.
El régimen de alimentación baja en CHO es sencillo y práctico; presenta la posibilidad de una enorme variedad de alimentos y comidas que aportan adecuada nutrición y mucha satisfacción. Los alimentos que forman partes de tal alimentación son sabrosos y bajos en CHO. A la vez son fáciles de conseguir y preparar.
Un ejemplo de una comida que contiene entre 10 y 12 gramos de CHO es el siguiente:
Caldo de pollo con alita o pierna o
muslo/entrepierna
Ensalada verde con aceite de oliva y vinagre blanco
Ración de tamaño medio de pescado o carne
Champiñones sofritos en mantequilla ó espinacas
sofritas en mantequilla
Refresco sin azúcar
Una comida como la descrita requiere de pocas unidades de insulina (en mi caso, 3 ó 4 unidades). Si comparamos esta comida con una de 100 gramos o más de CHO, vemos que los efectos glucémicos son distintos. Como respuesta a ésta, se necesitará una dosis más grande de insulina prandial, la cual puede generar un aumento en la variabilidad y la imprevisibilidad de los niveles de GS.
Con un plan alimenticio de alto consumo de CHO, se vuelve extremadamente difícil calcular con exactitud la ingesta de los mismos y por ende la cantidad exacta de insulina prandial que les corresponda.
La etiqueta de los alimentos comerciales tan sólo aporta una información aproximada de su contenido de CHO por cada porción del alimento. Los gobernantes permiten una variabilidad de hasta 20% en estos cálculos aproximados.
En una comida que incluye un total 100 gramos de CHO, un error de 20% en los cálculos se traduce en 20 gramos de CHO, que fácilmente se verán o sobrecompensados o subcompensados (por la acción de la dosis imprecisamente calculada de insulina). Esto aumenta la impredecibilidad de los niveles glucémicos.
El grado descrito de incertidumbre y error puede llegar a ser importante. El tratamiento comúnmente recomendado para un episodio de hipoglucemia es la administración de 15 gramos de glucosa.
La prueba de tolerancia oral a la glucosa, que se utiliza frecuentemente para definir bien el diagnóstico de la DM, emplea 75 gramos (o en algunos casos 100 gramos) de glucosa anhidra (CHO) para comprobar el funcionamiento y la capacidad del páncreas para regular la GS a la hora de una carga de una gran cantidad de glucosa.
De hecho, seguir las recomendaciones dietéticas estándares obliga a las personas que viven con DM a metabolizar el equivalente a 3 pruebas de tolerancia oral a la glucosa cada día.
¿Qué sentido tiene recomendar a una persona que ya tiene problemas importantes de metabolismo de CHO que consuma una carga de glucosa tan grande cada día? ¿Qué efecto tendrá sobre la salud? ¿Por qué se recomiendan tantos CHO?
Una de las razones históricas por recomendar la dieta tradicional para las personas que tienen DM y, de hecho, a la población en general, está relacionada con las enfermedades cardíacas y otros trastornos vasculares, que se han atribuído al aumento del consumo de grasas.
Con el fin de reducir la cantidad de grasa que se consuma y a la vez cubrir la ingesta ideal recomendada de calorías totales, se decidió recomendar un aumento en la cantidad de CHO en la dieta.
Sin embargo, esto se hizo sin analizar la contribución de los propios CHO a la enfermedad cardíaca y a la obesidad y sin considerar las implicaciones negativas para la persona que tenga DM.
Para la
persona que vive con DM, un alto consumo de CHO influye directa y
fuertemente en la variabilidad de los niveles de GS. Un exceso
de GS siempre resulta del consumo de grandes cantidades de CHO y de
igual forma, el exceso de GS exigirá grandes cantidades de insulina
para intentar controlar la glucemia postprandial. Las grandes
dosis de insulina, en su turno, presentan el riesgo de hipoglucemia
severa.
Para mí, no ha sido difícil seguir un régimen alimenticio bajo en CHO, bajo en grasas saturadas y alto en grasas insaturadas (el aceite de oliva, por ejemplo). Esta forma de alimentarme aporta la energía necesaria.
Los CHO aportan calorías, que a veces se denominan "calorías vacías," porque no contribuyen nada esencial a la nutrición. Las proteínas y las grasas también aportan calorías a la alimentación, pero éstas contribuyen elementos esenciales al crecimiento y funcionamiento del cuerpo.
Las calorías contenidas en las grasas y proteínas no son "vacías," sino llenas de los elementos necesarios para el bienestar del cuerpo. Añadir dos cucharadas de aceite de oliva extra-virgen a una ensalada, por ejemplo, aporta 360 calorías, una cantidad importante en relación a las necesidades calóricas totales diarias.
Como
alternativa, sería necesario ingerir 90 gramos de CHO para obtener
la misma cantidad de energía. Los CHO, en cambio, no contienen
la misma calidad de nutrición que las saludables grasas insaturadas.
La premisa de que una alta ingesta de CHO es fundamental para cubrir las necesidades energéticas de las personas que tienen DM ó para evitar el riesgo de enfermedad cardíaca...está equivocada y no se ha comprobado en los estudios científicos.
Tal vez
llegaremos a ver una reducción de la epidemia de DM cuando se
produzca este tipo de cambios de hábitos alimenticios y de las
recomendaciones dietéticas para las personas que viven con DM y
¿cómo no? para las que no la tienen.
Comentarios relacionados a la prevención
de la diabetes
mellitus, type 2
La cantidad excesiva de CHO en la dieta de las personas que no tienen DM es ahora rutinaria. El alto consumo de CHO potencia el desarrollo de la DM2 y de alteración de la tolerancia a la glucosa en personas susceptibles. 1, 2, 3
Cualquier disfunción del páncreas exige hábitos alimenticios distintos a los de la persona "normal," que no tiene DM. Veremos una reducción de la epidemia actual de DM2 cuando se produzcan grandes cambios en las recomendaciones y prácticas dietéticas.
Ninguna cantidad de medicamentos nuevos y caros ni ningún otro enfoque que el de "bajo en CHO" conseguirá un mejoramiento de la salud pública, por la simple razón de que el exceso de CHO es una de las principales causas subyacentes de la DM2 y de las conocidas complicaciones diabéticas a largo plazo.
Conclusiones
Las recomendaciones alimenticias actuales para las personas que viven con DM no toman en cuenta una realidad fundamental: los niveles de glucemia en personas con DM varían con una impredicibilidad que crece cuando crece el consumo de CHO de cualquier tipo.
La reducción del consumo de CHO hace que se necesiten cantidades menores de insulina y/o medicamentos antidiabéticos orales, lo cual genera un aumento de la predicibilidad de la glucemia y una menor variación anormal de los niveles de glucemia.
Existen herramientas para mantener los niveles de glucosa sanguínea cercanos a lo normal, de manera continua. Una de estas herramientas es el plan de alimentación que enfatiza una reducción de la cantidad de CHO ingeridos.
Actualmente, pocas personas sacan beneficio de este régimen natural de controlar los niveles de GS. Recomendar el consumo de una alta cantidad de CHO sigue siendo lo más común y aceptado.
Pero el enfoque de este plan de alimentación ha mejorado mi vida enormemente.
Fuentes de
información adicional sobre la alimentación baja en CHO para
las personas que viven con DM
1
Arora SK, McFarlane SI. The case for
low-carbohydrate diets in diabetes management. Nutr
Metab, 2005, 2:16.
2
Volek JS, Feinman RD. Carbohydrate restriction improves the
features of Metabolic Syndrome: Metabolic Syndrome may be defined by
the response to carbohydrate restriction. Nutr Metab, 2005,
2:31.
3 Westman
EC, Feinman RD, Mavropoulos JC, et al. Low-carbohydrate
nutrition and metabolism. Am J Clin Nutr, 2007, 6:276-284.