Cada día más, la diabetes mellitus (DM) representa un problema serio de salud pública en México y el mundo entero. Y ¿para los niños, adolescentes y adultos mexicanos que reciben el diagnóstico de la DM? Ni hablar.
La DM es una condición crónica, incurable y seria. Requiere de tratamiento y autotratamiento. A diferencia de otras condiciones médicas, por ejemplo, un brazo roto, el automanejo diario de por vida constituye la parte principal del "tratamiento" necesario de la DM.
Una vida acortada es el precio de no aprender o de decidir no aprender lo esencial y lo funcional para poder autocuidarse vía el autotratamiento.
Las consultas médicas cada tres meses pueden ayudarnos a aprender, pero no son suficientes ni son sustitutos del autotratamiento diario que de por vida corre por nuestra propia cuenta.
El rol positivo y negativo de la glucosa en el cuerpo humano diabético
Para comprender la DM y nuestro autotratamiento, es de gran ayuda entender el rol de la glucosa en el funcionamiento del cuerpo humano.
La glucosa
es una fuente básica de energía para el cuerpo, aunque la grasa
es otra fuente importante de energía, sobre todo cuando estémos
en ayunas. Sin embargo, sólo una mínima parte de la
glucosa ingerida es necesaria. El cuerpo tiene almacenada
en el hígado y los músculos suficiente glucosa para sus
funciones esenciales.
En el cuerpo de la persona que no tiene DM, la glucosa y la insulina endógena típicamente funcionan juntos para mantener la cantidad de glucosa en la sangre (GS) en un nivel normal y estable entre aproximadamente 71 y 99 mg/dL, las 24 horas del día.
En los niños que no viven con DM, el nivel normal y estable de GS en ayunas es aproximadamente 74 mg/dL. A este nivel normal de GS, el total de glucosa en su corriente sanguínea es sólo 3.7 gramos, que les permite crecer y funcionar normalmente, con energía suficiente para sus actividades.
El cuerpo
considera peligrosa una variación de este rango glucémico normal
porque un valor más alto o más bajo causa disfunción de
múltiples sistemas fisiológicos vitales.
El regulador principal de la cantidad de GS es la insulina, una
hormona producida en el páncreas que se libera automáticamente
en cantidades exactas y pequeñísimas para mantener la cantidad
de GS estable dentro del rango normal (aproximadamente 71 y
99 mg/dL).
Si el nivel de GS estuviera bajando demasiado en la persona que no tiene DM (durante o después de 4 horas de jugar fútbol, por ejemplo), su cuerpo manda mensajes al hígado para que este órgano libere una mínima cantidad de glucosa concentrada (que se llama glucógeno) para que la GS no baje del nivel normal.
Si la
persona tiene DM, sin embargo, tanto la liberación de insulina
del páncreas como de glucosa del hígado no proceden sin
errores. El control estricto habitual de los niveles
normales de GS falla y los niveles de GS resultan irregulares y
anormalmente altos. Estas variaciones imperfectas y
peligrosas se pueden medir con el medidor casero de GS o con un
monitor continuo de la GS.
Si la persona que no tiene DM, a mayor nivel de glucosa
ingerida, más producción y liberación de insulina. La
insulina disminuye los niveles de GS al facilitar su ingreso a
los tejidos donde posteriormente se consume para energía que
impulsa el funcionamiento, el crecimiento y la reparación de las
células del cuerpo.
Cantidades de glucosa tomadas en los alimentos, excesivas y no utilizadas en el momento, se almacenan como reservas de energía en la forma de grasas (los triglicéridos) y de glucógeno, una especie de glucosa concentrada. Hay hasta 400 gramos de glucógeno en todo el cuerpo, más que suficiente para varios días de partidos vigorosos de fútbol.
La glucosa
excesiva, relativa a las necesidades mínimas de glucosa que
tiene el cuerpo sin DM, es almacenada en el tejido graso.
Es decir, engorda y casi sin límite. Este proceso de
almacenaje casi ilimitado de glucosa en la forma de
triglicéridos contribuye al sobrepeso y la obesidad.
El autotratamiento de la DM consiste principalmente en ingeniar
un control normal o cercano a lo normal del nivel de glucosa
circulando en la sangre.
Esto es
esencial por tres razones:
Estas
complicaciones (retinopatía, nefropatía, cardiopatía,
neuropatía) se llaman "diabéticas," aunque su origen
radica más en la presencia crónica de la hiperglucemia diabética
que en la presencia de la DM.
En el 1993, se publicó el estudio científico llamado el Diabetes
Control and Complications Trial (DCCT).
En este estudio, por la primera vez, quedó confirmado y claro
que un buen control glucémico (en este caso, niveles de GS
menores a 155 mg/dL) logra prevenir y/o retardar la
aparición de las complicaciones crónicas tardías de la DM (retinopatía,
nefropatía, neuropatía, cardiopatía).
El estudio
DCCT duró 10 años y examinó los efectos de un buen control
glucémico (lo cual no es un óptimo control normal de 71 - 99
mg/dL) en personas que viven con DM, tipo 1 (DM1).
Más de 1440 personas que tenían la DM1 y usaban la insulina en
su autotratamiento de la condición participaron en este estudio.
Por todo
lo mencionado, es claro que la meta lógica y racional del
tratamiento de toda forma de diabetes mellitus, incluso la
"prediabetes," es normalizar los niveles de glucosa en sangre (a
71 - 99 mg/dL ó una hemoglobina
glucosilada de 5% ó menos).
Por eso,
la normoglucemia debe ser un ojetivo prioritario en el
automanejo de la DM. Es la única forma conocida de evitar
las complicaciones diabéticas a largo plazo.