Términos
y abreviaturas utilizados en este tema |
|
CHO | carbohidrato(s) o hidrato(s) de carbono |
DM1 | diabetes mellitus, tipo 1 |
DM2 | diabetes mellitus, tipo 2 |
DMg | diabetes mellitus gestacional |
DM | diabetes mellitus, de cualquier tipo |
glucemia | la presencia de glucosa en la sangre |
GS | glucosa en sangre |
hiperglucemia | niveles anormalmente altos de glucosa en sangre |
hipoglucemia | niveles anormalmente bajos de glucosa en sangre |
mg/dL | miligramos por decilitro, una medida de la cantidad de glucosa presente en la sangre |
Mito 1: La "prediabetes" descubierta por un "poco de azúcar" en la sangre o un valor glucémico "al margen" del diagnóstico no es diabetes mellitus.
Falso.
La "intolerancia a la glucosa" y la
"intolerancia a la glucosa después de 8 horas en ayunas"
frecuentemente se denominan "prediabetes." Como se ve en las
tablas a continuación, el valor glucémico para definir
"prediabetes" no es normal (normoglucemia = 71 - 99 mg/dL).
La "prediabetes" se limita a las
personas que tienen DM2. Indica que los niveles de glucosa
en la sangre están anormalmente elevados y fuera del rango normal
de la persona que no tiene ninguna forma de DM ó disfunción
metabólica.
Definición |
Glucosa en sangre después de 8
horas de ayunas |
Normal | menos de 100 mg/dL |
"Prediabetes" | entre 100 mg/dL y 125 mg/dL |
Diabetes
mellitus |
126 mg/dL ó más |
También es permitido utilizar el valor de la hemoglobina glucosilada (A1c ó A1c%) para hacer el diagnóstico de pre-diabetes y de diabetes mellitus.
Definición |
Resultado de la A1c |
Normal | menos de 5.7% |
"Prediabetes" | entre 5.7% y 6.4% |
Diabetes mellitus |
6.5% ó más |
Todos los valores glucémicos utilizados para diagnosticar la "prediabetes" son anormales, sean los en ayunas (100 - 125 mg/dL) o los convertidos de los valores de la A1c% en mg/dL (126 - 153 mg/dL).
Por cualquiera de los dos criterios, la "prediabetes" indica un valor glucémico bastante anormal. Así, lo más lógico es que estos valores anormales sugieren o señalan la presencia de DM.
Nótese el desacuerdo en lo que es
"normal." Un valor de glucosa en sangre de menos de 100
mg/dL no corresponde a una hemoglobina glucosilada de 5.7%.
Una
A1c% de 5.7% representa un nivel glucémico de aproximadamente
117 - 126 mg/dL.
No es igualmente "normal" un valor de
117 - 126 mg/dL como un valor de menos de 100 mg/dL. Una
elevación glucémica de 17 - 26% es clara indicación de la
presencia de DM, más bien que de la normalidad glucémica no
diabética.
Una característica que comparten las dos condiciones (es decir, la DM y la "prediabetes") es la anormalidad glucémica. Otra característica compartida entre las dos que fortalece el diagnóstico de la DM en ambos casos es que ambas condiciones son crónicas e incurables.
Algunas personas diagnosticadas con "prediabetes" pueden mantener los valores glucémicos temporalmente en el rango normal (71 - 99 mg/dL) sin medicamentos y con el uso de una alimentación de reducidos carbohidratos (CHO), una reducción de 5 - 10% de su peso corporal (si padecen sobrepeso), y el ejercicio físico.
Al poder lograr la normoglucemia por estas medidas, las personas que tienen valores prediabéticos o diabéticos a veces declaran que han "curado" su condición. Pero la remisión glucémica no es cura.
Se comprueba que no es cura cuando
estas personas vuelven a agregar suficientes CHO a la
alimentación. En seguida la glucemia anormal regresa.
Por eso, es útil categorizar la
prediabetes como la diabetes mellitus. Aunque puede haber un
número mayor de células Beta pancreáticas presentes que al
diagnóstico de la DM2 franca, la disfunción metabólica (la
hiperglucemia diabética) que sugiere y confirma la DM ya
está plena y permanentemente presente.
Lo notable y correcto de los niveles utilizados para diagnosticar prediabetes y diabetes mellitus es su precisión: todos los niveles son anormales por ser mayores a 99 mg/dL. Por no ser normales, es fácil entender que estos valores indican la presencia de un grado de diabetes mellitus.
La meta lógica del tratamiento de toda forma de diabetes mellitus, incluso la "prediabetes," es normalizar los niveles de glucosa en sangre (a 71 - 99 mg/dL ó una hemoglobina glucosilada de 5% ó menos).
El tratamiento y el autotratamiento lógicos son lo que es necesario y suficiente para lograr "controlar" la glucemia dentro de los valores normales.
En su turno, la normoglucemia es lo
necesario y suficiente para prevenir o detener las complicaciones
diabéticas a corto, mediano y largo plazos.
Ni exactamente falso ni
totalmente verdadero...sino carente de información básica y
completa.
Hay tres tipos principales de diabetes
mellitus:
La insulina se requiere sin excepción en todos los cuerpospredia mamíferos y en algunas especies de aves y peces. Para el ser humano, su disponibilidad es esencial, tenga o no una forma de DM. La vida depende de la presencia de suficiente insulina para mantener la normoglucemia.
Son las células Beta pancreáticas que sintetizan, almacenan y liberan la insulina. La insulina producida en el páncreas se denomina "endógena" porque se sintetiza dentro del cuerpo. La insulina inyectada es "exógena" porque se produce comercialmente, fuera del cuerpo de la persona que la utilice.
Si, por DM, por trauma al páncreas o
por otro motivo, no hay suficiente insulina endógena en el cuerpo,
se inyecta la exógena para remediar la carencia peligrosa de
insulina.
Lo que hace que la insulina exógena sea necesaria para "controlar" la hiperglucemia y mantener normoglucemia (71 - 99 mg/dL) es principalmente el número de células Beta pancreáticas funcionales dentro del páncreas.
Así, se puede decir que la diferencia básica entre DM1 y DM2 es el número de células Beta pancreáticas capaces de producir insulina. La pérdida de las células Beta pancreáticas funcionales es más "severa" en la persona que tiene DM1 que en la persona que vive con DM2.
Al diagnóstico, la persona que tiene DM1 empieza con aproximadamente 20 - 10% del millón de células Beta en la persona que no tiene DM. La persona que tiene DM2 empieza con aproximadamente el 50 - 45% de la funcionalidad de las células Beta.
Pero con el tiempo, en los dos casos,
el número de células Beta funcionales bien puede aproximarse a
menos de 10 - 5%.
Como resultado, la necesidad de
insulina exógena inyectada es más "seria" o "marcada" en la
persona que vive con DM1. Sea el que sea, el tratamiento
farmacéutico preferente es el que permite la normoglucemia.
La cantidad de farmacéuticos necesarios para normalizar la glucosa
en sangre (GS) tampoco es indicación de la
severidad de la DM.
Al díagnóstico de DM2 puede haber
aproximadamente el 50% de las células Beta aún produciendo una
reducida cantidad de insulina. Sin embargo, después de
utilizar algunos medicamentos orales antidiabéticos (especialmente
las sulfonilureas) durante 6 -15 años, aquellas células
también dejan de poder producir insulina. Se agotan
Consecuentemente, la persona que vive
con DM2 también necesitará de inyecciones de insulina exógena, es
decir, el mismo tratamiento insulínico que una persona que tiene
DM1 utiliza desde el diagnóstico. La falta de células Beta
pancreáticas funcionales es lo que determina la "severidad" de la
DM.
Las consecuencias de la hiperglucemia diabética crónica son igualmete serias y peligrosas en ambos tipos de DM. La cantidad y tipo de "tratamiento" no indican la severidad de la condición, sino la severidad de la pérdida de células Beta pancreáticas funcionales y la consecuente carencia de insulina endógena.
Mito 3: La DM es una condición seria únicamente si requiere tratamiento con la insulina inyectada.
Falso.
Creer este mito es peligroso porque permite que la persona que tiene DM piense que su condición no es seria o peligrosa. La reducida cantidad de insulina endógena que la persona que tiene DM2 sigue produciendo postdiagnóstico está progresivamente disminuyéndose.
Finalmente, el páncreas puede llegar a no poder producir suficiente insulina. Eso obligará la inyección de insulina exógena para sobrevivir.
En realidad, las complicaciones diabéticas tardías (por ejemplo, la retinopatía, la ceguera, la nefropatía, la neuropatía, la gangrena, la amputación de pies o piernas) pueden presentarse en las personas que tienen DM, sin importar si se inyectan insulina o si no la utilizan.
Las complicaciones se desarrollan debido principalmente a la presencia de la hiperglucemia diabética crónica. La hiperglucemia crónica puede estar presente con o sin el uso de la insulina.
La DM es una condición potencialmente letal y su seriedad no se puede calificar por el uso de la insulna exógena.
Mito 4: La DM es una horrible condición crónica.
Falso.
La DM1 y la DM2 son condiciones crónicas e incurables.
La hiperglucemia diabética crónica es lo más desagradable y peligrosa. Sin manejar ésta correcta y adecuadamente, llega a ser el factor principal de riesgo para las complicaciones serias (la nefropatía, la neuropatía, la retinopatía, la microangiopatía y la macroangiopatía como la aterosclerosis, la gangrena, entre otras).
A la misma vez, cuando la hiperglucemia diabética está automanejada para quedar en el rango glucémico normal (71 - 99 mg/dL) o cercano al normal, estas innecesarias complicaciones diabéticas pueden evitarse.
El Dr. Elliott Joslin, el endocrinólogo que hace 100 años contribuyó a nuestra comprensión de la condición y los métodos útiles de su tratamiento, tanto antes de la introducción de la insulina humana exógena y después de que fuera comercialmente disponible, comentó que la DM es
Esto sigue siendo la verdad de la DM hoy en día también.
Mito 5: La DM2 es una condición crónica que afecta sólo a los que tienen mucho dinero, es decir, a los "ricos."
Falso.
Hace años, solamente la gente con mucho dinero podía costear una dieta rica en azúcares y productos hechos de carbohidratos (CHO) refinados e importados.
Una dieta con alto contenido de azúcares y productos refinados contribuye importantemente al sobrepeso y a la obesidad, que en su turno contribuyen a la incidencia de la DM2.
Porque la pobreza económica raras veces
conduce a la obesidad, hace muchos años era más frecuente el
diagnóstico de la DM2 entre las personas que tenían mayores
recursos económicos con los cuales costear los alimentos que
costaban caros y producían sobrepeso.
Hoy en día, el hecho de que la mayoría de las personas viven en
zonas urbanas quiere decir que fácilmente tienen acceso al tipo de
dieta que antes era reservada para la gente con altos niveles de
recursos económicos.
De hecho, hoy en día, los CHO son los alimentos más económicos y por eso tal vez más consumidos. Actualmente este mito ha dejado de tener validez y es falso, ya que no refleja la realidad de la incidencia de la DM2, que aftecta a los con mucho dinero y a los con poco dinero, a los con sobrepeso u obesidad y a los que no tienen sobrepeso ni son obesos.
Mito 6: Un "susto," una "impresión," una "cólera," un "disgusto" o un "coraje" es lo que causa la DM.
Falso.
Cualquier "susto" o "coraje" sí es
estresante psicológica y físiológicamente y representa un estrés
para organismo. Provoca la percepción de una amenaza dentro
del cerebro.
Cuando el ser humano está ante una situación que provoca la
percepción de una amenaza a su bienestar o supervivencia, el
cerebro tiene que decidir entre una respuesta de "pelea" o
"huida." Para que la persona pueda responder con cualquiera
de estas respuestas o con ambas, se necesita mayor energía que la
normal.
Así, el cuerpo libera adrenalina (también llamada "epinefrina"). Esta hormona es producida rápidamente para proporcionarle energía a la persona enfrentando un susto o el shock. La energía adicional permite la "acción" de pelear o huir.
La adrenalina es una respuesta normal al estrés agudo o crónico sea éste negativo (un asalto imprevisto con pistola) o positivo (ser miembro del equipo que gana la Copa Mundial).
La adrenalina eleva la glucosa sanguínea (GS) para asegurar que el organismo esté alerta y tenga la energía (la glucosa) que le sirva para defenderse frente a un peligro conocido o desconocido (por ejemplo, un accidente automovilístico, un divorcio).
Es normal que suba el nivel de glucosa
sanguínea por la presencia de la adrendalina, aun si no está
presente ninguna forma de DM.
La adrenalina contrarregula la insulina; es decir, la adrenalina
reduce la fuerza de la insulina, que bajo circunstancias normales
no estresantes modera o regula los niveles de GS para mantenerlos
normales.
Porque la eficacidad de la insulina está temporalmente reducida por la presencia de las hormonas contrarreguladoras (adrenalina, glucagon, cortisol, hormona de crecimiento), la GS sube.
Esta reducción de eficacidad de la
insulina es temporal, breve y en las personas que no tienen DM, no
significa una descompensación fisiológica ni la presencia de DM.
Para las personas que padecen la DM2 y aún no lo saben, esta
elevación de la glucemia se incrementa aun más que lo
típico. Adicionalmente, la hiperglucemia producida puede
durar más que en la persona que no tiene DM, lo que podrá llegar a
provocar el signo de la DM, es decir, la hiperglucemia.
Es precisamente por este signo que algunas veces se descubre la presencia de la DM2 después de un "susto." Es decir, el susto condujo a que los niveles de GS subieran y debido a los mismos a que se observara evidencia del diagnóstico de DM.
Pero no es el susto en sí lo que provoque la hiperglucemia, sino la DM2 no detectada previamente. La intolerancia a la glucosa en ayunas o de intolerancia a la glucosa postprandial, de la que no se tenía conocimiento antes del "susto," llega a manifestarse claramente debido a los cambios hormonales que conlleva un fuerte susto o choque.
Así, la adrenalina liberada por un
susto sí puede hacer notar evidencia previamente desconocida de la
hiperglucemia diabética que ya estaba previamente presente pero
ignorada. De esta manera, el susto puede contribuir al
diagnóstico de la DM que se empezó a desarrollar antes del mismo.
Tener DM por un susto o disgusto es un mito irracional. En
las ciudades grandes y pequeñas, prácticamente todos nos
disgustamos y todos tenemos sustos prácticamente a diario.
Pero ¿a poco todos tenemos DM como resultado?
Mito 7: El consumo desmedido de dulces y azúcar o refrescos azucarados es lo que causa la DM. La DM te viene por un gusto o un susto.
Falso.
Es lógico pero equivocado creer que la DM es producida por la ingesta de dulces y golosinas en abundancia. La DM no es castigo para los amantes del sabor dulce.
Mientras que esté funcionando bien el millón (aproximado) de células Beta en el páncreas, la cantidad de glucosa circulando en la sangre se mantendrá normal (71 - 99 mg/dL), comamos los dulces que comamos.
La presencia de una cantidad normal de insulina de óptima calidad garantiza la normoglucemia, coma una persona lo que coma en su dieta.
El azúcar no proporciona los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo, pero en sí no causa la DM. El consumo del azúcar (es decir, CHO) y proteínas hace que el cuerpo produzca una hormona pancreática, que es la insulina. La insulina permite que el cuerpo mantenga un nivel normal de azúcar en la sangre.
La DM se debe a la falta casi absoluta de insulina (que es la DM1) ó al rechazo a la insulina por parte de las células del organismo (la resistencia a la insulina) ó a la producción de una calidad o cantidad de insulina insuficiente (que es la DM2).
No se debe a un exceso de azúcar en la
dieta, aunque un exceso de CHO en la alimentación sí puede
producir sobrepeso u obesidad, que pueden dificultar el trabajo
del páncreas para producir insulina de suficiente calidad y/o
cantidad.
La
DM1 es una condición incurable que aparece por razones no
completamente conocidas e independientes de la forma de la
alimentación de la persona, mientras que la DM2 se relaciona
con factores genéticos y ambientales (la presencia de
sobrepeso u obesidad y una vida sedentaria [falta de actividad
física suficiente]).
El consumo de muchas calorías y la falta de suficiente actividad física pueden favorecer el sobrepeso, que es un factor de riesgo para la DM2.
Así, el consumo de azúcar puede influir
indirectamente en la DM2 en la medida en que contribuye al
sobrepeso. Pero, en sí el consumo de azúcar no es causa
directa de la DM.
Este mito erróneo puede crear arrepentimientos inútiles y
culpabilidad innecesaria.
Además, esta creencia es peligrosa si permite que la persona que vive con DM piense que solamente reemplazando el consumo de azúcar por edulcorantes artificiales no calóricos y evitando los postres y golosinas, su trastorno glucémico (la DM) se corregirá y no será necesario consultar al equipo de salud (endocrinólga/o, Educador/a en Diabetes, nutrióloga/o) ni seguir un plan de alimentación adecuado.
Es claro que después del diagnóstico de
DM, son los azúcares y los CHO que suben la GS de forma rápida y
marcada. Los elementos centrales del autocuidado alimenticio
prudente de la DM son la regularidad de la composición de los
alimentos esenciales (proteínas, grasas) y el aporte de
los alimentos necesarios para permitir un peso saludable y un
nivel de GS normal o casi normal.
El sobrepeso, una insuficiencia de actividad física y un historial
de DM en la familia incrementan los riesgos de desarrollar la
DM2. Una dieta saludable, la actividad física frecuente y el
control del peso ayudan a minimizar los riesgos alterables.
La genética no es alterable.
Mito 8: La DM es una condición hereditaria.
Parcialmente verdadero.
La DM en sí no se hereda exactamente; lo que puede heredarse es la predisposición a desarrollarla.
La DM sí tiende a presentarse en la misma familia, aunque no necesariamente en la misma generación. Es decir, una abuela puede padecer la DM y después su nieta la desarrolla.
Es más común heredar la predisposición a la DM2 que la predisposición a la DM1, pero hay posibilidades de heredar ciertos factores genéticas en algunos casos de la DM1 también.
Los padres a veces se sienten culpables al pensar que transmitieron la condición a sus hijos, pero no es así, porque la DM1 no siempre se hereda tan directamente.
En el caso de la DM1, aun entre los gemelos idénticos, la concordancia sólo llega al 50%, queriendo decir que aun en dos personas con los mismos factores genéticos, la DM1 no necesariamente se desarrolla en ambas. La predisposición a la DM1 comúnmente no se hereda en forma directa (madre o padre al hijo o la hija).
Los factores que nos disponen a la DM1 ó la DM2 no están completamente claros y comprendidos.
Cualquier persona puede presentarse con la DM1, en cualquier etapa de su vida. Sin embargo, la DM1 típicamente se presenta antes de los 30 años de edad.
La DM2 típicamente se desarrolla después de los 30 años de edad y es más fácil que se presente en las personas que tienen estos factores genéticos, ambientales y metabólicos de riesgo:
Mito 9: La DM se hereda por la línea materna.
No únicamente.
Esta creencia es parcialmente correcta. Un niño nacido de una madre que tiene la DM1 tiene una probabilidad de aproximadamente 2% de desarrollar la DM.
Sin embargo, cuando el padre tiene la DM1, el mismo niño tiene una probabilidad de aproximadamente 6% de desarrollar la DM.
La probabilidad de que el niño desarrolle la DM si la madre y el padre tienen la DM2 no se sabe con precisión, ya que dependerá de la étnia, la edad y la ausencia o presencia de sobrepeso u obesidad en la mamá.
El peso del bebé al nacer es un factor de riesgo para desarrollar la DM2 y posiblemente la DM1 más tarde en la vida. Un niño cuya mamá o cuyo papá padece la DM2, tiene un riesgo teórico de 33% de desarrollar la DM.
En cuanto a la herencia directa, sólo hay tendencias relativamente pequeñas y no hay ninguna garantía o probabilidad de herencia de DM de cualquier tipo que llegue al 100%.
Mito 10: La DM es contagiosa.
Falso.
Hay niños, adolescentes y algunos adultos que creen que la DM es contagiosa. En realidad, no es una condición contagiosa como la gripa.
La DM es un trastorno endócrino causado básicamente por una deficiencia de insulina producida por las células Beta del páncreas. Todavía no se conoce cuál es la causa o las causas en casos específicos de la DM.
Se cree que la DM1 y DM2 se deben a causas diferentes. Está comprobado que existe una predisposición genética para la DM1 y la DM2, pero no están claras las características y manifestaciones de esta predisposición.
Ciertos factores ambientales (por ejemplo, una infección viral, el sobrepeso, la obesidad, un estilo de vida sedentaria, entre muchos otros) también ejercen un rol en el desarrollo de la DM.
En algunas familias, varios miembros de la familia viven con DM. Pero no la contagiaron. Simplemente se trata de una afección endócrina, con un componente hereditario indefinido, que explica el hecho de que padres, primos y abuelos padecen o padecerán la condición.
Por lo tanto, cualquier intento de discriminar o evitar el contacto con las personas que tienen DM por temor al contagio carece de sustento racional o lógico.
Mito 11: Existe una epidemia mundial de la DM.
Verdadero.
La incidencia de la DM está aumentandose tan rápidamente que la Organización Mundial de la Salud (WHO ú OMS) la ha identificado como una condición epidémica.
Según estas instituciones, la DM2 en adultos aumentará en más del 100% en los próximos 25 años. La incidencia de DM1 también está en aumento, al ritmo de aproximadamente 3% por año.
Actualmente, en todo el mundo, hay
aproximadamente 500 millones de personas con DM; se prevé que
habrá más de 700 millones personas con la DM para el año 2045.
En 2012, Finlandia tenía altísimos índices de la DM: 42.9 casos
por cada 100 mil habitantes. Los Estados Unidos, México y
Europa tenían entre 6 y 20 casos por cada 100 mil habitantes;
Argentina tenía aproximadamente 12 casos por cada 100 mil
habitantes y Chile tenía apenas 5 casos por cada 100 mil
habitantes. Estas diferencias tal vez se pueden atribuir
parcialmente al rol de la étnia en la transmisión de la DM.
Entre 1991 y 2000, la incidencia de la diabetes gestacional (DMg) subió 35%; en los últimos 10 años, la incidencia de la DMg subió en un 10%. Mundialmente, el número de todos los casos de la DM se ha triplicado desde 1985.
Se prevé un aumento de aproximadamente 100% para el año 2035.
Mito 12: El hecho de ser obeso es lo que "causa" la DM2.
Parcialmente verdadero.
Este mito parcialmente verdadero tal vez exista porque aproximadamente el 85% de las personas que viven con DM2 sí padecían sobrepeso u obesidad significativo cuando recibieron el diagnóstico de la DM2.
Pero ¿los 15% que no?
El sobrepeso y la obesidad contribuyen fuertemente a la resistencia a la insulina y la resistencia a la insulina contribuye fuertemente al diagnóstico de la DM2.
Pero, la obesidad y el sobrepeso no
causan la DM2 directamente, pero sí contribuyen a la resistencia
a la insulina y así indirectamente tal vez aceleran el
diagnóstico de la DM2.
Mito 13: La DM es "curable."
Falso.
La DM es una condición controlable pero
no es curable.
Los intentos de curar la diabetes mellitus por medio de transplante de páncreas entero o de células Beta (las células pancreáticas productoras de insulina) sólo han permitido obtener resultados temporalmente exitosos en algunas personas con la DM1 previamente seleccionadas.
Desafortunadamente, aún es necesario mejorar la duración del efecto, pues en su mayoría estos transplantes exitosos duran menos de 6 años.
Porque la DM2 es más fácil "controlar,"
hay menos investigación orientada hacia una cura para ella.
Lo que se promueve seguido es la "remisión" de la DM2. Se refiere a la posibilidad de lograr normoglucemia temporal mediante un plan de alimentación baja en CHO y diferentes cantidades de grasas. Sin embargo, la "remisión" no es cura.
Aun si la persona que tiene DM2 logra estar en "remisión," en cuanto vuelva a la alimentación "típica" o "normal," empezará a tener niveles hiperglucémicos de GS. Una remisión es temporal y depende de un "tratamiento." o modificación en el plan de tratamiento.
En cambio, una cura es permanente y no
requiere cambios de la dieta.
Mito 14: Existen médicos, vacunas, terapias, hierbas, jarabes, pastillas, transfusiones, inyecciones y alimentos que pueden "curar" la DM.
Falso.
La DM no tiene cura.
Sin embargo, es controlable si se sigue un estilo sano de vida, con actividad o ejercicio físico, un plan de alimentación diseñado para el control de la hiperglucemia diabética y los medicamentos necesarios (insulina y/o algunos antidiabéticos orales).
Este estilo de vida y plan de
alimentación permite un buen control de la GS. Si la persona
que tiene DM2 sigue con un estilo de vida y un plan de
alimentación eficaces y permanentes, pueden contribuir a la
prevención o demora del desarrollo de las compliaciones diabéticas
tardías.
Este mito incluye la creencia de que el té de hojas de almendro u
otro árbol local o de otro país es "bueno" para la DM.
En algunos casos (por ejemplo, la
stevia), una sustancia no provoca hiperglucemia o daños
conocidos a la persona que la utiliza. Pero estos productos
"orgánicos" no producen ninguna "cura" de la DM.
Pero ningún té "cura" la DM ni asegura la normalización de los niveles de la GS. La sávila y el xoconoxtle tampoco "curan" la DM.
Un tratamiento integral, dirigido al control de la hiperglucemia diabética, es lo que puede disminuir significativamente las complicaciones de la DM, por controlar los niveles de GS.
El plan de alimentación de las personas que viven con DM tiene que ser personalizado. Lo óptimo es crear o diseñar un plan de alimentación idóneo para ayudar a la persona que vive con DM a controlar la hiperglucemia característica de la condición que no esté de otra manera automanejada correcta o adecuadamente.
Mito 15: El homeópata y los tratamientos naturistas o de la medicina alternativa pueden "curar" la DM.
Falso.
El propósito de la medicina holística u holista (palabra que proviene del griego "holos" que significa "todo" o "entero") es encargarse del estudio “integral” de la salud del paciente. Para ello se contemplan tres ámbitos o contextos: el biológico, el psicológico y el social.
En el caso de las personas que padecen DM, se les puede sugerir algunas técnicas de relajación y del manejo del estrés, logrando con ello una mejora en el sentimiento de bienestar. No obstante, esto no "cura" la DM.
Si la persona que vive con DM tiene una deficiencia de minerales o vitaminas, ésta bien puede remediarse y la corrección del problema puede fortaleer el cuerpo para que funcione óptimamente. Pero, esto no "cura" la DM.
Algunas terapias complementarias (por
ejemplo, el yoga, los masajes corporales, la meditación)
tienen un rol positivo en el manejo de la DM y el estrés
asociado. No son sustitutos del tratamiento
convencional. Y, no "curan" la DM.
Mito 16: La insulina es la única "cura" de la DM.
Falso.
Actualmente no hay cura para la DM. La insulina por sí sola tampoco "cura" la DM.
La insulina facilita el control de los niveles de GS. Pero lograr un control estable normoglucémico es difícil y requiere de muchas alteraciones en el estilo de vida, el plan de alimentación, y el autotratamiento de la DM.
Los niveles de glucemia anormalmente elevados son manifestaciones de la presencia de la DM. La insulina sí es capaz de reducir a lo normal la hiperglucemia diabética. Pero reducir o eliminar las manifestaciones de la condición no "cura" la DM
La insulina es una hormona que ayuda a
mantener los niveles de azúcar en la sangre en los rangos óptimos
(aproximadamente 71 - 99 mg/dL). Aunque reemplazcamos
las hormonas deficientes, no curamos la DM.
En la DM1, la insulina inyectada se utiliza como tratamiento de reemplazo hormonal porque el páncreas ya no produce naturalmente la insulina esencial y suficiente para las necesidades del cuerpo.
En la DM2, se emplean el plan de alimentación, la actividad física, los medicamentos (antidiabéticos orales y/o las insulinas), la educación diabetológica para un óptimo control de la hiperglucemia diabética.
Pero ningún tratamiento o conjunto de
tratamientos o autotratamientos cura la DM.
Mito 17: Si la persona que tiene DM2 baja de peso, se le desaparece la condición y se "curará" la DM.
Falso.
Frecuentemente la persona diagnosticada
con la DM aprende a lograr una reducción de peso corporal.
Como resultado, le es más fácil "controlar" la hiperglucemia
diabética y el avance de la condición.
La mejora del control lograda se debe a
una reducción consecuente de la resistencia a la insulina y del
tamaño de la masa corporal. Ni la pérdida de peso corporal
ni la reducción de la resistencia a la insulina (con
metformina y una alimentación sin carbohidratos concentrados,
por ejemplo) son capaces de curar la DM.
Sin embargo, estas
medidas sí pueden producir lo que se considera una "remisión"
temporal que proporciona beneficios a la persona que vive
con DM, mientras que sigan en "remisión."
La resistencia a la insulina está presente en la DM2 y a veces en las personas que tienen DM1. Esta resistencia puede presentarse tanto en la gente delgada como en la gente obesa.
Es probable que los cambios en la alimentación (por ejemplo, la reducción de CHO concentrados consumidos) y la adición al estilo de vida de un mínimo de ejercicio físico juntos permiten la reducción de peso corporal.
Estos dos factores también contribuyen a la mejora del control de la hiperglucemia diabética.
Hasta la fecha, sin embargo, la DM2 no
es curable, aun con una reducción de peso corporal. En las
personas en quienes "parece" haberse curado, en realidad sigue
latente y sin control estricto de los factores influyendo en la
hiperglucemia diabética, se manifestará luego luego.
Mito 18: El nopal "cura" la DM y controla la glucosa sanguínea.
Falso.
Esta creencia se presenta con frecuencia en México, donde el nopal forma parte importante y deliciosa de la dieta típica.
Una media taza de nopal picado cocido tiene 6 gramos de CHO, los cuales subirán la glucosa sanguínea (GS) aproximadamente 30 mg/dL, dependiendo del peso de la persona con DM.
Esta subida en la GS es moderada, pero es claro que el nopal no baja la GS. El efecto del nopal no es suficiente para normalizar los niveles de la GS, sobre todo si se combina con los carbohidratos (CHO) (tortilla, arroz, pan, fruta, etcétera).
Por eso, no se recomienda que el nopal sea la única opción para el control glucémico. El manejo efectivo de la DM es integral y depende de la incorporación de elementos como una alimentación variada (con pocos CHO), balanceada y sana, actividades físicas, medicamentos (insulina y/o antidiabéticos orales) y educación diabetológica.
Ni el nopal ni otro alimento o hierba
"cura" la DM.
Mito 19: Si una niña desarrolla la DM1, tarde o temprano, con más edad, la superará. Cuando los niños que viven con DM1 lleguen a ser adultos, tendrán DM2. Los niños que tienen DM1 no la tendrán cuando sean adultos.
Falso.
No es así. Cuando los niños
adquieren la DM, se trata, por lo general, del DM1, el tipo de DM
que requiere de la insulinoterapia desde el momento del
diagnóstico y de por vida. La DM1 no es curable.
La DM1 es ocasionada por la destrucción autoinmune de las células Beta en el páncreas, las mismas células que producen la insulina.
Las células Beta no pueden ser
regeneradas ni trasplantadas con garantías de éxito
duradero. Mientras que no se encuentre una "cura" para la
condición, la DM1 de la niñez continuará en la adultez.
Hoy en día, el número de casos de DM2 entre los jóvenes (6-19 años de edad) se está aumentando.
La DM2 en niños se relaciona con el sobrepeso o la obesidad, un estilo de vida sedentario, una historia familiar de la DM2, la ascendencia mexicana (y varias otras), la resistencia a la insulina y, frecuentemente, con la presencia de áreas brillosas de la piel de color oscuro (acantosis nigricans).
Se supone que esta variedad de DM2
continuará en la adultez de los que la adquieren durante la
niñez. Hay pocos estudios en esta área de la DM.
Mito 20: Las pastillas (los antidiabéticos orales) para la DM2 son de hecho insulina oral.
Falso.
Las pastillas para la DM2, es decir, los medicamentos antidiabéticos orales, no contienen insulina, porque la insulina no se puede tomar vía oral.
Más bien, estas drogas antidiabéticas, de las cuales hay muchas, tienen efectos sobre la habilidad del organismo para utilizar eficientemente la insulina producida en el páncreas o sirven para exagerar o estimular mayor producción pancreática de la insulina endógena.
Existen varios tipos o clases de antidiabéticos orales y trabajan de diferentes maneras. Su tiempo y duración de acción también son diferentes entre ellos.
El endocrinólogo o médico es quien receta estas drogas. El o la paciente es quien las utiliza. Les conviene a las dos partes a entender muy bien cómo funcionan y sus límitantes.
Lo mínimo, que el médico, la médica, el
endocrinólogo, la endocrinóloga o el/la Educador/a en Diabetes
puede explicar, es el horario y la frecuencia de las dosis y el
tiempo y la duración de la acción de la droga. Todos éstos
son variables entre las diferentes drogas.
Es difícil que funcione una insulina verdaderamente oral porque la insulina es una hormona. Todas las hormonas son formadas de la proteína (como el bistek, el huevo, el pollo).
Las proteínas (sean de bistek o de
insulina) se degradan en el estómago y y no entran en la
corriente sanguínea directamente. Por eso, una insulina oral
no llegaría a circular en forma eficaz dentro de la sangre, para
poder surtir las necesidades insulínicas de los diferentes tejidos
del cuerpo.
No obstante, los investigadores científicos creen que hay maneras de tomar la insulina por la boca sin que entre en el intestino para deshacerse allí.
De hecho, ya se han realizado pruebas de una insulina oral (Oralin u Ora-Lyn) que se dosifica en forma de una pastilla, que permite que la insulina se absorba en el estómago, sin pasar por los pulmones ni por el intestino. Pero estas pruebas indican que todavia no es posible dosificarla precisamente vía la ruta oral, nasal o bucal.
Esta insulina en pastilla ya se
comercializa en algunos lugares, por ejemplo en la India, China y
Australia, para el uso de las personas que tienen DM2. Tan
sólo en esos tres países, hay más de 80 millones de personas con
la DM.
Falso.
No existe en toda la vida del cuerpo humano ni un minuto cuando no haya la necesidad de la insulina. El cuerpo de la persona que no tiene DM produce la insulina constantemente, según las necesidades variables del cuerpo.
En el cuerpo que vive con DM, existe el mismo requerimiento constante de insulina, pero a la vez existe una falta absoluta o relativa de la misma. Por lo tanto, la persona que tiene DM tiene que inyectarla o estimular su producción con los antidiabéticos orales (si la producción pancreática todavía es capaz de ser estimulada).
Después de 6 a 15 años de uso de los antidiabéticos orales, su utilidad se disminuye y finalmente no sirven porque el páncreas deja de responder a sus estímulos. Luego, la producción pancreática de insulina, aun con el estímulo ya ineficaz proporcionado por los antidiabéticos orales, no es suficiente para las necesidades del cuerpo.
Como consecuencia, la hiperglucemia sigue aumentándose. Porque el cuerpo sigue necesitando de la insulina faltante, lógicamente, la inyección de la insulina es la única manera de asegurar la presencia de la insulina vital.
Así, la presencia de la insulina es
crítica en todas las fases de la vida, sean durante la presencia o
la ausencia de la DM. El uso de la insulina no indica la
"fase final" ni de la vida ni de la DM. Al contrario, se
sabe que muchos médicos demoran demasiado para recetar la
insulina, que sirve para extender la vida si se utiliza oportuna y
correctamente.
Se podría decir que la necesidad de la insulina inyectada señala
la "fase final" de la respuesta funcional del páncreas a los
antidiabéticos orales.
La realidad es que, a comparación con
las fases anteriores, el único cambio es en la manera de entregar
la insulina (inyectarla en el cuerpo en vez de producirla
dentro del cuerpo) al cuerpo para sus necesidades
metabólicas que aseguran la supervivencia corporal.
Mito 22: Un aumento de la dosis recetada de insulina indica que la DM se está empeorando.
Falso.
Asociar los aumentos de la dosis de
insulina con el “agravamiento” de la DM resulta ser un mito sin
base lógica. Cada individuo que tiene DM es distinto y puede
requerír más o menos que otro individuo. Su peso, la
cantidad de CHO que incluye en su alimentación, si está enfermo/a
de gripa...todos estos factores y otros influyen temporal o
permanentemente en el tamaño de las dosis.
A lo largo de la vida, las necesidades metabólicas del individuo van cambiando. Los requerimientos de insulina también van modificándose.
El objetivo central del tratamiento y autotratamiento de la DM es poder mantener un óptimo control glucémico (71 - 99 mg/dL).
Para lograr ese objetivo, se tendrán que ir modificando las dosis y/o el tipo de insulina o insulinas, en función de los requerimientos transitorios o definitivos que pueda tener cada persona que vive con DM.
Negarse a aceptar incrementos (o
decrementos o alteraciones) de dosis de insulinas por miedo
de que indique que se está empeorando su condición, puede resultar
negligente y peligrosa.
Mito 23: El sentirse bien y sin síntomas quiere decir que no hay por qué preocuparse por el nivel de glucosa en la sangre. "Estoy bien porque me siento bien."
Falso.
Pensar así es una tendencia natural, aunque resulta equivocado y peligroso ligar los sentimientos al nivel de la GS.
La DM2 no se puede evaluar ni controlar basado en cómo uno se sienta, sobre todo porque es una condición que en las etapas tempranas no trae dolores ni molestias ni otros síntomas molestos.
Un porcentaje alto de personas que viven con la DM2 han padecido la condición 6 - 10 años antes de que se haga el diagnóstico y en esos años no tuvieron síntomas desagradables.
Pero la presencia crónica de altas concentraciones sanguíneas de glucosa antes y después del diagnóstico sí causa daño. Las molestias y complicaciones desagradables de la DM llegan a "sentirse" hasta que el daño sea verdaderamente serio.
Una gran parte del daño serio puede ser
irreversible. Vigilar la GS periódicamente con el medidor
casero de GS ó con el monitor continuo de GS y tratar la condición
día al día son las únicas maneras de prevenir estas complicaciones
diabéticas tardías.
Los niveles elevados de GS pueden provocar daños que no se hacen
perceptibles hasta que se transformen en complicaciones tardías de
la DM. Así, la ausencia de síntomas no indica necesariamente
un óptimo estado de salud.
Es fundamental verificar y controlar
los niveles de glucemia, según las indicaciones proporcionadas por
el equipo médico de salud y por la propia autoeducación (en
internet, por ejemplo).
En la DM1, existe una falta absoluta de insulina pancreática, la
cual provoca serios signos y síntomas que son típicos de la DM1:
Estos son síntomas provocados por altos niveles de GS, que señalan la presencia de la DM. Por ser dramáticos e imposibles de no notar, ellos típicamente impulsan a la persona o a su familia a consultar con su equipo médico.
Normalmente, el tratamiento insulínico se inicia casi inmediatamente, permitiendo a la persona que tiene DM1 remediar su déficit insulínico de manera oportuna, antes de que la muerte intervenga.
Después del diagnóstico, las niñas/los niños y los adultos/las adultas comienzan el proceso de aprendizaje del autocontrol y autotratamiento de la hiperglucemia diabética.
Se espera que el autocontrol llegue a ser internalizado por la persona recién diagnosticada como una más de las funciones o los hábitos cotidianos.
Con la ayuda de sus padres, el/la médico/a y el Eudcador en Diabetes, un niño o una niña aprenderá el automanejo de la DM y lo comprenderá como una responsabilidad a largo plazo que es bajo su propio control.
Mientras que no sea así, los padres se encargarán de la vigilancia y la enseñanza diabetológica que ellos mismos aprenderán de los profesionales de la salud competentes.
Mito 24: En ayunas, un valor normal de glucosa en sangre es de 200 mg/dL.
Falso.
Este nivel es más que el doble del valor glucémico normal que tendría una persona que no vive con DM.
Los valores normales de la glucosa sanguínea en ayunas se consideran entre 71 - 99 mg/dL. Estos son los niveles de una persona que no tiene DM ni otra disfunción metabólica.
Un valor de aproximadamente 125 mg/dL ó
más indica un nivel peligroso de hiperglucemia diabética; valores
crónicos de más de 125 mg/dL favorecen el desarrollo de las
complicaciones tardías de la DM.
Mito 25:
Las personas que tienen DM que empiezan a utilizar la insulina se
hacen adictas a ella.
Falso.
La insulina no es narcótico y no es adictiva. La insulina es una hormona natural, producida constantemente por el páncreas del cuerpo humano que no tiene DM.
Así, es una hormona esencial y básica
para la vida. Antes del descubrimiento del proceso de
producir la insulina en el laboratorio, las personas que vivían
con DM1 solían morir de la condición rápidamente (típicamente
menos de 52 semanas postdiagnóstico), por falta de esta
hormona indispensable.
Hay sustancias que son adictivas. Ninguna de estas
sustancias (nicotina, alcohol, cocaína, cafeína, por ejemplo)
es hormona y ninguna está producida naturalmente en el cuerpo
humano.
El mito de la adicción a la insulina después de un solo uso tal vez se explica por el hecho de que actualmente no hay cura para la DM. Como consecuencia, las personas con DM1 e igualmente muchas personas que tienen DM2 siguen utilizando la insulina de por vida.
No quieren y no pueden dejar de utilizar el más natural y eficaz tratamiento para la condición. Este tratamiento sigue siendo la insulina. No poder dejar de utilizar la insulina no es por adicción, sino por el rol esencial de la insulina en la salud y en la continuación de la vida.
Sin la insulina, sea endógena si el cuerpo aún la puede producir, o sea insulina exógena comprada en Walmart e inyectada sucutáneamente por la técnica indolora, el cuerpo humano simplemente no puede funcionar correctamente ni sobrevivir.
Mito 26:
El uso de la insulina causa la ceguera. "No te pongas
insulina porque te deja ciego."
Falso.
Este mito es común y totalmente falso. Pero fácilmente se puede entender su origen.
Las personas que viven con la DM pueden llegar a ser afectadas por la ceguera después de varios años de no tratar ni autotratar correctamente la hiperglucemia diabética crónica.
La ceguera diabética no se presenta de un día para otro. Y no se desarrolla como consecuencia del uso oportuno de la insulina, sino de su ausencia en cantidades correctas.
La hiperglucemia diabética crónica
severa siempre indica una falta importante de insulina en el
cuerpo, causando hiperglucemia diabética.
El exceso crónico de glucosa circulando por los vasos sanguíneos de los ojos es lo que provoca la complicación diabética conocida como retinopatía proliferativa, que con el tiempo puede causar ceguera diabética.
Es esla falta crónica de la insulina que provoca los daños a la retina del ojo y sus nervios que finalmente causa la ceguera diabética.
Aunque pequeños daños a la retina son
reversibles si una persona lleva un control meticuloso
normoglucémico durante aproximadamente 2 - 10 años, los daños
progresivos serios que provocan la ceguera no lo son.
En otras palabras, si se inicia la insulinoterapia como "último recurso" cuando la retinopatía proliferativa esté en pleno desarrollo irreversible, ni la insulina ni la cirugía podrá detener el avance de la ceguera.
Lo que favorece los daños que posibilitan la ceguera diabética es un control inadecuado crónico de la hiperglucemia diabética, es decir, niveles insuficientes de la insulina a través de un largo tiempo.
La retinopatía es debida a la hiperglucemia diabética crónica provocada por la ausencia de suficiente insulina oportuna en la circulación sanguínea para poder mantener niveles normales o casi normales de GS.
Una vez iniciada la etapa avanzada del
desarrollo progresivo e irreversible de la ceguera, la
insulinoterapia y un plan de alimentación correctos pueden
facilitar la normoglucemia real o aproximada, pero la insulina no
puede detener el avance de la ceguera diabética ya en pleno
desarrollo.
Cuando la retinopatía proliferativa empieza antes del uso correcto
y adecuado de la insulina, ésta no remediará la ceguera que
finalmente resulta. Siendo demasiado avanzada la progesión
del daño a los ojos, ni la insulina ni la normoglucemia previene
la continuación del daño ya establecido de la vista.
En cambio, la insulina es la hormona que permite un óptimo control de la DM, que si es oportuno, normalmente previene la ceguera diabética.
De hecho, desde 1921 - 1922 cuando la insulina fue producida comercialmente por la primera vez, la insulina ha hecho posible que mucha gente haya evitado la ceguera diabética.
Cada año los laboratorios Eli Lilly ofrecen (¿u ofrecían?) premios y reconocimientos a las personas que han utilizado la insulina a través de 50+ años para evitar las complicaciones.
Ninguna de las personas reconocidas es
ciega. El uso diario de la insulina a través de 50+ años
permite que los usuarios eviten los daños serios causados por la
hiperglucemia diabética crónica a los pequeños vasos sanguíneos en
los ojos y en otros tejidos del cuerpo, como el riñón y el pie.
Sin embargo, la ceguera sigue siendo una complicación tardía de la
hiperglucemia diabética crónica inadecuadamente tratada, lo cual
quiere decir que sin la presencia oportuna de la insulina
adecuada, los niveles de GS suben y, si las subidas son crónicas,
inevitablemente dañan los tejidos delicados de los ojos.
La retinopatía diabética no proliferativa o preproliferativa,
cuando ya está establecida, es susceptible de empeorarse
temporalmente si la optimización del control de la glucemia se
implementa de una forma rápida y abrupta.
Por eso, si la retinopatía diabética
está establecida y acompañada de altos niveles crónicamente
elevados de GS, los ajustes al tratamiento insulínico suelen
hacerse de una manera paulatina y, en los mejores casos, temprana.
Mito 27:
Todas las insulinas del mismo tipo, incluso las de diferentes
marcas, son iguales.
Falso.
Tanto los laboratorios Eli Lilly como los Novo Nordisk producen las siguientes insulinas: Regular (R), NPH (N), y Mix 70/30 (pre-mezcla de 70% Regular y 30% NPH).
Sin embargo, los dos laboratorios publican estimados ligeramente diferentes del inicio, pico y duración de acción de su versión de estas insulinas.
De Eli Lilly
Insulina | Inicio de acción | Acción pico | Máxima duración de acción |
Humulin® Regular | .5 - 1 hora | 2 - 3 horas | 4 - 6 horas |
Humulin® NPH | 2 - 4 horas | 4 - 10 horas | 14 - 18 horas |
Humulin® 70/30 | .5 - 1 hora | 2 - 12 horas | 18 - 24 horas |
Humalog® Lispro | ⦤ .25 hora | .5 - 1.5 horas | ⦤ 5 horas |
De Novo Nordisk
Insulina | Inicio de acción | Acción pico | Máxima duración de acción |
Novolin® R | .5 hora | 2.5 - 5 horas | 8 horas |
Novolin® NPH | 1.5 horas | 4 - 12 horas | 24 horas |
Novolin® 70/30 | .5 hora | 2 - 12 horas | 24 horas |
Novolog® Aspart | 10-20 minutos | 1 - 3 horas | 3 - 5 horas |
Mito 28: Al inyectarse la insulina o tomar pastillas antidiabéticas, una persona que tiene DM puede comer de todo y en la cantidad que quiera.
Falso.
Este concepto es equivocado, aunque común aun entre los profesionales de la salud.
Las pastillas antidiabéticas y la insulina son más eficaces cuando no tienen que reducir niveles exageradamente altos de GS. Los niveles glucémicos exageradamente altos son causados por el consumo prácticamente sin límite de los alimentosprincipalmente de los CHO.
Al comer lo que quiera, en la cantidad que quiera, la persona que vive con DM está exponiéndose a elevados niveles de GS difíciles o imposibles de "controlar" o normalizar.
Combinando los medicamentos
antidiabéticos y/o la insulina con una dieta saludable, baja en
CHO, un programa de ejercicio o actividad física y la educación
diabetológica, la persona que vive con DM podrá lograr óptimos
resultados tanto en el control de los niveles de GS como en
la prevención de las complicaciones diabéticas tardías.
La regulación del peso corporal es casi imposible cuando una
persona come "lo que quiera." Cuando se comen más CHO que
los que se utilicen en el ejercicio y la actividad física, el peso
corporal sube porque los CHO extras que no se utilizan en el
ejercicio o la actividad física se almacenan en el cuerpo en forma
de grasas llamadas triglicéridos.
Aunque se puede ajustar la dosis de insulina para permitir un
aumento de la cantidad de CHO y proteínas que una persona come,
tales ajustes fácilmente contribuyen al sobrepeso.
Para una persona que tiene DM1, la
dosis de insulina va relacionada con la edad, el peso, la
actividad física y la cantidad de proteínas y CHO contenidos en
los alimentos que come. Se toman en cuenta estas
consideraciones para poder mantener el peso razonable según la
edad de la persona.
Mito 29:
La persona que vive con DM siempre debe comprar y comer productos
"dietéticos" o "light."
Falso.
Erróneamente, muchas personas que viven con DM creen que sólo deben comer los productos que han sido elaborados específicamente para reducir el consumo de algún alimento (azúcar, grasa, sal).
En realidad, los comestibles
comercializados en versiones especiales (por ejemplo,
golosinas sin azúcar, mermeladas sin azúcar, chocolate
"diabético" o pan "dietético") para los afectados por alguna
condición (sea la DM ó la hipertensión) raras veces
ofrecen beneficios importantes.
Todos los alimentos que contienen CHO, aun si los contienen en
cantidades reducidas, subirán los niveles de GS. Existen
versiones dietéticas de productos que son bajos en grasa pero que
contienen la misma o mayor cantidad de CHO que los productos
originales.
Por eso, hay que leer cuidadosamente
las etiquetas de información nutrimental que acompañan los
productos. Sabiendo el tamaño y valor calórico de la porción
del producto y la distribución total de componentes (proteínas,
CHO, fibra y grasas) recomendada durante el día, la persona
que vive con DM puede evaluar la utilidad de estos productos
dietéticos en su plan de alimentación.
Reduciendo el tamaño acostumbrado de la porción o alterando un
poco los ingredientes, la persona que tiene DM puede producir su
propia comida "dietética," y así disfrutar la mayoría, si no
todos, de sus platillos favoritos y preferidos.
Por lo regular, los productos
"dietéticos" comercializados son más caros que los mismos
productos en su presentación original no dietética.
La dieta saludable recomendada para las personas que viven con DM
contiene reducidas cantidades de CHO y azúcares simples y
suficientes verduras, grasas y proteínas para mantener la salud
del cuerpo.
Este plan de alimentación es diferente
a la dieta recomendada para las personas que no viven con DM.
Nota: Hay dos
grupos de productos "dietéticos" que sí valen la pena para la
persona que vive con DM.
El primer grupo consiste en los refrescos y bebidas que indican en su etiqueta nutrimental que contienen cero gramos de CHO ó que se hacen sin azúcar. No hay por qué limitar su consumo, porque no elevan ni bajan la GS.
El segundo grupo consiste en los productos, de diferentes tipos, cuya etiqueta nutrimental indica que contienen cero calorías en el producto entero. Los productos de Walden Farms, Da Vinci (Amazon y Walmart), Torani, y Sweetzfree Splenda pura líquida, son ejemplos de estos productos.
Las compañías que producen productos
"sin azúcar" y "0 carbohidratos" también ofrecen los mismos
productos con enormes cantidades de azúcar y CHO. Por eso,
es esencial leer bien la etiqueta nutrimental de cada botella,
jarra, lata y recipiente del producto, antes de
comprarlo.
Mito 30:
Las personas que viven con DM tienen prohibidas las 3 P's (pan,
pastas, y postres).
Falso, si la persona que vive con DM se decide por la hiperglucemia crónica vía opciones inferiores de alimentación y nutrición.
Porque en la mayoría de democracias
mundiales, la gente come libremente lo que decida comer, no hay
"prohibiciones" a este respecto.
En el año 1921 se logró producir la insulina en el laboratorio. Hasta 1921, la dieta era la única herramienta con la que tratar de controlar la hiperglucemia diabética.
En las décadas antes del Siglo XX, la dieta recetada para una persona que vivía con DM1 era sinónimo de privación total de CHO alimentarios. La incidencia de DM2 era escasa, igual que la incidencia de obesidad y sobrepeso.
Para que las personas afectadas por la DM sobrevivieran más tiempo, en aquellos años sin la posibilidad de acceso a la insulina exógena, el establecimiento médico les recomendaba dietas austeras de grasa, mínima proteína y verduras hervidas tres veces, cambiando el agua cada vez, para quitar su contenido de CHO.
Los alimentos permitidos en aquella época contenían cantidades mínimas de verduras, que conllevan algo de CHO de bajo índice glucémico. Esta dieta austera y limitada se utilizaba tanto para intentar mantener óptimos niveles de GS como para prevenir o corregir la tendencia a la cetoacidosis que puede ser letal.
La hiperglucemia producida por los CHO pero no tratada con insulina es responsable de la cetoacidosis diabética. Aún hoy en día, a pesar de la disponibilidad de insulinas, cada año esta cetoacidosis es la causa de muerte de un número de niñas, niños y adultos de ambos sexos que la desarrollan.
Después del "descubrimiento" de insulina, avances en los conocimientos científicos aclararon la función de la dieta, que no solamente se modificó para ampliarse sino que también, por la disponibilidad de la insulina, dejó de ser el único recurso disponible para intentar manejar los anormalmente altos niveles de glucemia.
El plan alimenticio moderno racional sigue incluyendo una cantidad mínima de CHO (derivados principalmente de las verduras verdes), junto con óptimas cantidades de proteínas y grasas.
Junto con la insulina y/o los
antidiabéticos orales, un plan de alimentación balanceado asegura
el equilibrio metabólico y la salud de la persona que vive con DM.
Las 3 Ps se caracterizan por la aportación de elevadas cantidades
de CHO concentrados, que suben fuertemente los niveles de
GS. Contienen, además, un elevado valor calórico. Las
vitaminas y minerales presentes son agregados durante el proceso
de manufactura.
Estos CHO concentrados no constituyen
un alimento ideal ni esencial, a diferencia de los alimentos que
integran los grupos básicos de proteínas y grasas.
La persona que vive con DM puede
decidir consumir los “prohibidos” 3 P's, según el grado de control
glucémico que él o ella desée manejar.
Mito 31:
Únicamente los alimentos como son el pan, la tortilla, el arroz,
la pasta y los cereales suben el nivel de glucosa en la sangre.
Falso.
Esta creencia es falsa. El pan, la tortilla, el arroz, la pasta, la fruta y los cereales contienen principalmente CHO, que sube rápidamente el nivel de GS.
Otros alimentos también contienen CHO: productos lácteos, verduras, legumbres, frutas secas, frijoles, guisados (según la receta), galletas, golosinas. Debido a su contenido de CHO, todos estos alimentos aumentarán el nivel de GS.
Es crítico saber cuáles alimentos
contienen CHO, estar consciente de la cantidad de CHO que cada
porción de estos alimentos contiene y saber el máximo número de
gramos de CHO que pueden incorporarse para el desayuno (0 - 6
gramos), la comida (0 - 12 gramos) y la cena (0
- 12 gramos), sin dificultar o imposibilitar el
control seguro de la hiperglucemia diabética (71 - 99
mg/dL).
La mayoría de los alimentos vendidos comercialmente contienen
CHO. La etiqueta impresa en el recipiente en que estos
alimentos se venden normalmente indica el tamaño de la porción y
la cantidad de CHO por porción del producto.
El tamaño de la porción varía de
producto en producto y de marca en marca. Lo útil para una
persona que vive con DM es saber bien el tamaño de cada porción
del producto y el número de CHO en cada porción. Sabiendo
esto, podrá decidir si es un producto apropiado para su consumo.
Utilizando esta información y el automonitoreo glucémico, con el medidor casero de GS ó un monitor contínuo de GS permite la optimización oportuna de los valores de GS.
El automonitoreo de la GS indicará la respuesta del cuerpo a la cantidad de CHO ingeridos y al tratamiento utilizado (insulina y/o antidiabéticos orales).
Los valores glucémicos automonitoreados
servirán como guías para el óptimo nivel del consumo de CHO.
También ayudan a calcular los ajustes de las dosis de insulina y/o
antidiabéticos orales.
Sabiendo repetir las porciones y el contenido de CHO para lograr
los valores glucémicco deseados, en otros días en el mismo
horario, es una técnica básica para poder normalizar los niveles
de GS.
Mito 32:
La persona que vive con DM no puede comer carbohidratos (CHO)..
Si y no, dependiendo del tipo y la cantidad de CHO.
Igual que una persona que no vive con DM, la persona que sí tiene DM requiere una dieta sana que proporciona proteínas, grasas, vitaminas y minerales.
Cuando los que vivimos con DM tomamos en cuenta un conocimiento de nuestro nivel de actividad física, edad, peso corporal, preferencias y gustos alimenticios y culturales y más importantemente nuestros objetivos glucémicos, podremos ir diseñando un plan idóneo de alimentación.
El plan de alimentación tendrá que
incluir sin falta las proteínas, grasas y verduras verdes...porque
éstas son esenciales para la salud del cuerpo.
Incluir los CHO concentrados (pan, fruta, tortilla, pasta, etc.), sin embargo, produce un efecto anormal exagerado sobre los niveles de GS.
Las verduras verdes, en cambio, contienen sólo pequeñas cantidades de CHO que no siembran caos en los niveles de GS. Incorporando las verduras verdes en el plan de alimentación y eliminando los CHO concentrados funciona para facilitar la normalización estable de la hiperglucemia diabética.
Lo óptimo es llegar a establecer un
balance entre la cantidad y el tipo de alimentos seleccionados y
necesarios para la salud y la cantidad y el tipo de medicamentos (insulinas
y/o drogas antidiabéticas orales) que permitirán su consume
sin hiperglucemia.
La actividad física programada influirá en este balance, requeriendo a veces menos medicamentos, más alimentos o una combinación de los dos ajustes.
Aprendiendo repetidas veces por la
experiencia propia a construir un esquema mental de las
necesidades alimenticias del cuerpo y de sus necesidades de
medicamentos para mantener valores de GS normales o cercanos a lo
normal, la persona que vive con DM construye el camino que le
permite sentirse sana y le posibilita impedir el desarrollo a
largo plazo de las complicaciones diabéticas favorecidas por la
hiperglucemia diabética no controlada.
Mito 33:
Una persona que tiene DM1 ó DM2 nunca debe comer el azúcar o los
dulces.
Falso.
Si la persona afectada por la DM decide por la meta glucémica de normoglucemia (71 - 99 mg/dL) o de glucemia casi normal, la cantidad de CHO en su dieta decide su éxito o fracaso.
Mientras más CHO en la alimentación, mayor será el nivel postprandial de GS y más grandes serán las dosis preprandiales de insulina. La elección de alimentos es cuestión de asegurar los requerimientos nutricionales sin ingerir cantidades de alimentos o calorías "vacias" (como las papas fritas, las golosinas, o la pasta, por ejemplo) que provoquen altos niveles de GS.
La persona que vive con DM sí puede y
debe ingerir glucosa (una azúcar básica y sencilla)
cuando experimenta hipoglucemia (niveles anormalmente bajos
de azúcar en la sangre) o para prevenir la misma.
La mayoría de los CHO ó alimentos dulces difícilmente contribuyen
vitaminas, minerales y fácilmente y fácilmente contribuyen al
sobrepeso corporal.
El óptimo control de la glucemia es la única manera comprobada de
evitar las complicaciones diabéticas tardías.
Por eso, la normoglucemia puede ser una
meta prioritaria en el tratamiento y autotratamiento de la
DM. Aparte de empeorar el sobrepeso, la obesidad y el exceso
de grasas en la sangre y el hígado, el consumo de cantidades de
azúcares no favorece la meta de normoglucemia.
Mito 34:
Una persona que vive cocn DM puede comer la miel de abeja porque
es un alimento "natural."
Falso.
A pesar de ser "natural," la miel de abeja contiene una gran cantidad de CHO (en forma de dos azúcares simples: glucosa y fructosa).
Cada cucharada tiene aproximadamente 36
- 48 calorías "vacías," con 9 - 12 gramos de CHO. Como
cualquier alimento que contiene CHO, la miel de abeja subirá los
niveles de GS al rango anormalmente alto.
Otra desventaja de la miel de abeja en la alimentación de la
persona que vive con DM, desde el punto de vista de la nutrición,
es que no contiene tantas vitaminas y fibras ni tantos minerales
como los contenidos en otros CHO como la verdura verde, por
ejemplo.
Porque no conviene excluir estos minerales, vitaminas y fibra soluble de la dieta, el uso de la miel de abeja no es la mejor opción.
Por su mínimo contenido de glucosa (sólo
el 50%), la miel de abeja no se recomienda para tratar la
hipoglucemia.
Mito 35:
Todas las verduras son libres en el plan de alimentación de una
persona que tiene DM.
Falso.
Con respecto a la mayoría de las verduras verdes, los límites del consumo no son severos porque éstas no son fuentes concentradas de CHO.
Hay diferentes clases de verduras. Algunas verduras crudas sí son relativamente libres (lechuga, pepino, rábano, espinaca, coliflor, calabacita). En todo caso, 1 taza de verdura cruda ó una media taza de verdura cocida es un límite racional (6 gramos de CHO).
Otras verduras tienen mayor contenido de CHO y por lo tanto no son ni "libres" ni incluidas en el plan de alimentación que posibilita la normoglucemia.
Este grupo lo forman las siguientes
verduras y otras no encontradas en esta lista:
Zanahoria (no es verde)
Chícharos (sí es verde, pero no es
verdura)
Jícama (no es verde, no es verdura)
Betabel (no es verde, no es verdura)
Un plan de alimentación permite la incorporación de verduras
verdes en la dieta diabética, pero esta manera de alimentarse no
es realmente "libre" para la persona que vive con DM.
La definición de "libre" en el plan de
alimentación de la persona que vive con DM es: no causa ninguna
subida del nivel de GS. El agua y el té son "libres."
Mito 36:
Está prohibido consumir alcohol y bebidas alcohólicas cuando una
persona vive con DM.
Falso.
El alcohol no está prohibido para las personas que viven con DM. Sin embargo, se recomienda sólo un consumo medido: una bebida al día para las mujeres que viven con DM y dos bebidas alcohólicas al día para los hombres que viven con DM.
El alcohol aporta 7 calorías por
gramo. El alcohol no se convierte en CHO; más bien el hígado
lo convierte en grasas.
Es buena idea que la persona que vive con DM siempre acompañe las
bebidas alcohólicas con los alimentos, porque el alcohol sin
alimentos fácilmente puede provocar la hipoglucemia.
Una bebida alcohólica se define como
cualquiera de las siguientes:
45 mL [1 onza] de licor (100
calorías)
120 mL de vino seco (85 calorías)
355 mL de cerveza (151 calorías)
No se recomienda que la persona que tiene DM omita alimentos a
cambio de bebidas alcohólicas.
Mito 37:
El aceite vegetal engorda menos que la grasa animal.
Falso.
La creencia falsa es que la grasa engorda y los CHOs (la fruta, por ejemplo), no.
En realidad, se forma más grasa a base de CHO en la alimentación que a base de grasas.
Todas las grasas y los aceites aportan la misma cantidad de calorías; cada gramo de grasa o aceite, sea animal o vegetal, aporta 9 calorías.
La diferencia entre un aceite y una grasa es que el aceite no se convierte en sólido a temperaturas bajas mientras que la grasa sí.
El aceite vegetal no aporta colesterol
a la dieta, la grasa animal, sí.
Mito 38:
Los alimentos elaborados o procesados son menos nutritivos que los
alimentos crudos.
Falso.
Una rebanada de aguacate maduro o unas hojas crujientes de lechuga son deliciosas, pero la idea de que los alimentos crudos o "naturales" son más nutritivos que los alimentos elaborados o preparados no es acertada.
Hay maneras de preparar los alimentos crudos (por ejemplo, hervirlos largamente) en que es posible que se pierdan algunas vitaminas que son solubles en el agua.
Los alimentos enlatados, secos,
congelados, pasteurizados o cocinados no tienen por qué tener
menos valor nutritivo. Estos procesos de elaboración
normalmente prolongan la vida de los alimentos y proporcionan
seguridad contra las infecciones y enfermedades.
En algunos casos, los procesos de preparación mejoran las
cualidades alimenticias de los alimentos. Por ejemplo, el
betacaroteno contenido en productos enlatados es más fácilmente
asimilado por el cuerpo que el contenido en los alimentos frescos
o crudos (espinacas, acelgas, pimentón rojo, brócoli).
Las verduras frescas, congeladas inmediatamente después de ser cosechadas, tienen más Vitamina C que las almacenadas a temperatura ambiente durante varios días antes de venderse al consumidor.
Tanto los alimentos crudos como los
procesados tienen un lugar en el plan de alimentación sana y
balanceada de la persona que vive con DM.
Mito 39: Los conservadores contenidos en los productos alimenticios comercializados perjudican la salud humana.
Falso.
Sin los conservadores, la cadena alimenticia no sería tan segura como lo es en la actualidad.
Los nitratos y los nitritos utilizados en los alimentos elaborados sirven de protección de una bacteria neurotóxica mortal, la clostridium botulinum, que produce botulinismo.
Los inhibidores de levaduras utilizados
en los cereales contribuyen a detener el desarrollo de agentes
cancerígenos que pueden provocar el cáncer del estómago. Los
cereales están excluidas del plan de alimentación que promueve la
normoglucemia para las personas que viven con DM. No son
parte esencial de ningún plan de alimentación.
Cuando un conservador va precedido de la letra "E" (el EDTA, por ejemplo), indica que las autoridades gubernamentales han autorizado su uso en los alimentos, porque no presenta riesgos conocidos para la salud humana.
Los productos frescos normalmente no
contienen ningunos conservadores, sino a veces la sal.
Mito 40:
Los endulzantes o edulcorantes artificiales producen
cáncer.
Falso.
En unos experimentos científicos con animales, algunos edulcorantes, en cantidades muy elevadas, aumentaban la frecuencia de cánceres.
Las cantidades utilizadas en estos estudios eran mayores a las que una persona que vive con DM podría consumir.
Los seres humanos no llegarían a usar de forma habitual las mismas altas dosis dañinas estudiadas de edulcorantes artificiales. Por ejemplo, una persona que tiene DM necesitaría consumir más de 11,600 comprimidos de sacarina cada día durante 2 años para llegar a las dosis utlizadas en los estudios.
No se ha demostrado que los edulcorantes artificiales, en el consumo normal, produzcan el cáncer en el ser humano.
En realidad, el limitado consumo de los azúcares (glucosa, fructosa, lactosa, sucrosa, etc.) puede hacer más daño al cuerpo de la persona que vive con DM que el uso de muchos edulcorantes artificiales no calóricos.
El consumo de los azúcares fácilmente
produce la hiperglucemia diabética. Este efecto secundario
de los azúcares, aun en cantidades mínimas, sí es tóxico para el
cuerpo humano diabético.
Mito 41:
Mitos que cuentan los síntomas y múltiples peligros asociados al
aspartame (Canderel, NutraSweet, Sugless, Equal, Splenda,
Estevia, etcétera) y otros edulcorantes artificiales
Falso.
Se han difundido (en Internet, sobre todo) varios "artículos," experiencias personales y mitos acerca de los efectos negativos (dolor de cabeza, por ejemplo) del aspartame.
Ninguno
de los síntomas que se han atribuído al aspartame han sido
confirmados en los más de 500 estudios científicos.
Después de más de 40 años de comercialización, el aspartame no se
ha asociado clínicamente con ningún efecto adverso.
NutraSweet y Equal son marcas comerciales para el endulzante aspartame. El Canderel distribuido en México ya no contiene aspartame sino sucralosa (Splenda®).
El aspartame ha sido beneficioso para los individuos que viven
con DM, permitiendo que eviten la hiperglucemia diabética
asociada al consumo de productos azucarados. Les ha
permitido tener una dieta balanceada y aún disfrutar los
alimentos dulces, sin las calorías contenidas en los productos
endulzados con el azúcar. Su uso, obviamente, no es
obligatorio.
Una encuesta
nacional de los EE.UU. confirmó que el
86% de los adultos con DM utiliza bebidas y productos bajos en
calorías y sin azúcar. La Asociación
Americana de Diabetes ha declarado públicamente que el
aspartame es un sustituto del azúcar saludable y conveniente para
las personas con la DM.
El mito que relaciona la esclerosis
múltiple, el lupus
eritematoso sistémico y la enfermedad de Alzheimer
con el uso del aspartame no tiene base científica. Nadie
sabe qué ocasiona esas enfermedades, pero se sabe que han existido
desde hace muchos años antes de que el aspartame saliera al
mercado.
El aspartame ha sido estudiado desde el 1965, dando como resultado
una impresionante colección de datos científicos. Con
aproximadamente 200 estudios llevados a cabo entre seres humanos y
en animales, la seguridad del aspartame está establecida.
Los resultados de estos 200 estudios
han demostrado que el consumir productos endulzados con el
aspartame no está asociado con ningún efecto adverso para la
salud, sea la de las personas que tienen DM ó la de las personas
que no tienen DM.
* Los 20
aminoácidos son: ácido aspártico, ácido glutámico, alanina,
arginina, asparagina, cisteina, fenilalanina, glicina, glutamina,
histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, prolina,
serina, tirosina, treonina, triptofán, valina.
Mito 42:
Hay algunos trabajos para que las personas que viven con DM no son
los/las candidatos/as ideales.
Cierto.
Las personas que viven con DM pueden realizar casi todos los trabajos y emplearse en casi todas las carreras.
En el pasado, algunos puestos en el militar o un empleo como piloto de avión o conductor de camiones interestatales no se consideraban aptos para una persona que vivía con DM1 y por eso usaba insulina para control de la hiperglucemia diabética.
Hoy en día, en gran parte porque hay maneras más eficaces de controlar la glucemia, las limitaciones laborales están siendo eliminadas.
Pero quien tiene que evaluar bien y
tomar la decisión final de poder hacer el trabajo que solicita es
siempre la persona afectada por DM. Hay algunos trabajos que
una persona que vive con DM se da cuenta de que no los podría
hacer bien. Estos trabajos los debe rechazar, aun si
legalmente es permitido.
Todas las actividades que encara el ser humano llevan riesgos
implícitos.
En el caso de la persona que tiene DM,
los riesgos previstos o potenciales suelen alcanzar mayor
importancia real o imaginaria, en función de la presencia de la DM
y el descontrol de los niveles de azúcar en la sangre y la
necesidad de medicamentos oportunamente en vez de a cualquier hora
conveniente.
Hay situaciones laborales que exponen a la persona que vive con DM
a peligros de daños físicos o psicológicos. Su salud y
bienestar físico dependerán de su edad, del aprendizaje
diabetológico que ha podido adquerir, del tipo de DM que padece,
del grado de descompensación metabólica existente y de la
presencia de complicaciones inmediatas y/o tardías.
Algunos empleos peligrosos (ser
minero, por ejemplo) son desaconsejadas para todas las
personas que viven con DM; otros (trabajar con sustancias
biotóxicas, por ejemplo) son desaconsejados para cualquier
persona, tenga o no DM.
Ciertas actividades laborales pueden implicar riesgos o retos al
cumplimiento del buen autocuidado:
Jornadas laborales variables (horarios en turnos constantemente diferentes) o muy prolongadas
Tareas que no permiten intervalos frecuentes (cada 30 -60 minutos) de desplazamientos o un grado de movilidad física
El estrés laboral físico continuo o repetitivo
Exposición frecuente o continua al estrés psíquico, psicológico o emocional
Competencias deportivas, sin un adecuado entrenamiento y sin suficiente asesoramiento médico y educación diabetológica detallada
Actividades al aire libre en tiempos extremosos, exposición a los elementos o a la maquinaria pesada (eléctrica o mecánica), sin la protección adecuada o en condiciones que no cumplen con las mínimas normas de seguridad establecidas
Conducir vehículos o practicar tareas de precisión con herramientas manuales o eléctricas, en la presencia de alteraciones de la visión (retinopatía proliferativa, neuropatía)
Existen también circunstancias no laborales y estilos de vida que resultan arriesgados para una persona que vive con DM. Entre ellos: recurrir a medicamentos o productos “milagrosos” (raíces u hojas exóticas, tés especiales, etc.) recomendados por personas malinformadas, bien o mal intencionadas, o utilizar instrumentos o productos tales como las tijeras puntiagudas, las escofinas o las callicidas en el cuidado de las manos y los pies.
Mito 43:
Las personas que tienen DM, sean niños, adolescentes o adultos,
deben limitar su actividad física y no pueden practicar los
deportes o el ejercicio físico.
Falso.
Esta creencia no es correcta. La
buena salud de todo ser humano requiere de la actividad y/o del
ejercicio físico. Las personas que viven con DM no
constituyen una excepción.
Por el contrario, la actividad física ayuda a las personas que
tienen DM a controlar los niveles de GS. Cuando la persona
que vive con DM tiene niveles suficientes (pero no
indebidamente altos) de insulina en el cuerpo, la actividad
física reduce la cantidad de GS por aumentar y facilitar la
captación o utilización de la glucosa por los músculos.
Junto con la alimentación adecuada, el uso de la insulina y/o de
los antidiabéticos orales y la educación diabetológica, la
actividad física forma una de las 4 bases del óptimo tratamiento y
autotratamiento de la DM.
Tanto para los jóvenes como para los ancianos, tanto para los que
tienen DM como para los que no la tienen, la actividad física y el
ejercicio físico promueven la salud.
Sin embargo, es totalmente desaconsejado que los niños, adolescentes y adultos que viven con DM hagan ejercicio intenso mientras que tengan hiperglucemia de aproximadamente 126 mg/dL ó más.
El ejercicio físico permite a los niños
y adolescentes con la DM1 mantenerse incorporados a las
actividades que realizan sus amigos y amigas y compañeros y
compañeras.
Una persona que vive con DM tiene que aprender a asegurarse que la
GS no descienda rápidamente a niveles demasiado bajos mientras que
haga el ejercicio o la actividad física.
Las personas que se aplican la insulina
suelen ajustar la cantidad de la misma en la última dosis previa
al ejercicio, habiendo consultado este tipo de ajuste previamente
con el médico y el Educador en Diabetes. E incorporando y
aplicando lo aprendido de sus propias experiencias previas.
Para máxima seguridad y beneficio, es esencial medir los niveles
de GS antes y durante el ejercicio, con el fin de evitar la
hipoglucemia y la hiperglucemia.
El automonitoreo también debe realizarse después de la actividad física; si ésta dura más de 30 - 40 minutos o si es muy intensa. El automonitoreo debe realizarse a intervalos de 30 - 40 minutos durante el ejercicio físico.
El verificar los niveles de glucemia
antes, durante y después del ejercicio y efectuar las respuestas
indicadas (por ejemplo, el consumo de una o más colaciones o,
por el otro lado, mínimas dosis de insulina) permite evitar
episodios de niveles glucémicos anormales peligrosos.
Es útil tomar precauciones para evitar daños
a los pies y para no desarrollar otros problemas con los
pies (pie de atleta, por ejemplo). Una consulta con
el médico y el Educador en Diabetes le permitirá a la persona que
vive con DM encontrar un programa de ejercicio seguro y apropiado.
Para las personas que viven con DM2 y también el sobrepeso, el
ejercicio es una herramienta excelente para bajar de peso.
El ejercicio físico ayuda a evitar y a reducir el sobrepeso y la
obesidad. Bajar de peso podrá mejorar el contol
glucémico.
Así, la actividad física, incluyendo
los deportes, es vía útil para limitar o reducir el desarrollo de
las complicaciones tardías asociadas con la hiperglucemia
diabética.
Mito 44:
Las personas que viven con DM (sean niños, adolescentes o
adultos) deben evitar ir a las fiestas.
Falso.
Todo el mundo tiene el derecho y la necesidad de descansar y tener actividades sociales. Las fiestas disminuyen el estrés y la tensión de la vida cotidiana. Haber recibido el diagnóstico de DM1 ó DM2 es en sí una causa significativa de estrés.
Una reducción de los niveles del
estrés puede afectar positivamente la psicología de la persona y
también los niveles de glucosa en sangre (GS).
Cuando asisten a las fiestas, las personas que tienen DM pueden
decidir limitar la cantidad de los alimentos y del alcohol que
ingieran, para poder facilitar el mantenimiento de óptimos
niveles de GS.
Es importante entender cómo la ingestión de alcohol afecta los
niveles de GS. El médico, el Educador en Diabetes y el/la
nutriólogo/a pueden explicar y enseñar las reglas para el
cálculo correcto de los efectos del alcohol y para incorporar el
alcohol en el plan de alimentación, de una manera segura y no
autodestructiva.
Mito 45:
La DM impide a las mujeres tener hijos y por eso, ellas no
deben de embarazarse.
Falso.
Pero con educación diabetológica y disciplina, es completamente factible que la mujer viviendo con DM llegue a tener una bebé o un bebé sana/sano.
La buena preparación empieza aproximadamente 12 meses previos a la concepción. Las decisiones que la mujer que vive con DM toma en esos meses previos influirán en su propia salud y la de su bebé.
Para prevenir problemas más tarde para la mamá y su bebé, es importante asegurar su estado nutricional y el óptimo control de la DM.
El automanejo de la glucosa en sangre (GS) dentro de los límites normales (71 - 99 mg/dL) es un elemento principal y crítico para el éxito. Las mujeres sin DM manejan niveles en ayunas entre 69 - 75 mg/dL durante el embarazo, y los mismos valores les convienen a las mujeres que viven con DM.
La mujer que vive con DM y que quiere y planea embarazarse protegerá su propia salud y la de su bebé al mantener sus niveles de azúcar en sangre en ese rango normal, tanto en los meses antes de la concepción como durante todo el embarazo.
El cuidado prenatal debe de
comenzar antes de que la mujer se embarace. También son
esenciales unos 3 - 6 meses de preparación previos a la
concepción, del cuerpo y la psique maternos y de la psicología
de la pareja, para que el/la bebé llegue en las mejores
circunstancias físicas y familiares posibles.
Mito 46: La DM causa la amputación de los dedos, pies y piernas.
Verdad...pero es prevenible con la motivación y la educación diabetológica.
El cuidado de los pies es un aspecto fundamental del tratamiento y autotratamiento de la DM.
La finalidad del cuidado del pie diabético es prevenir los daños, las lesiones y las úlceras en los pies, porque uno de aquéllos puede conllevar la posibilidad de la amputación.
La DM (es decir, la producción insuficiente de insulina en el cuerpo) fácilmente contribuye a la hiperglucemia diabética, principalmente vía la alimentación. La hiperglucemia diabética fácilmente se convierte en hiperglucemia diabética crónica.
Es ésta la verdadera causa de la gravedad de los daños y sus consecuencias para los pies. La hiperglucemia diabética crónica condiciona la neuropatía diabética, trastornos de la circulación sanguínea de los vasos grandes y pequeños (la angiopatía), la infección (por bacterias y hongos) del pie y una resistencia local a los efectos positivos de los antibióticos utilizados en el tratamiento de la infección.
Por todos los resultados negativos posibles mencionados, el cuidado de los pies y de las piernas tiene que ser esmerado. Aun los callos y las cortadas o lesiones pequeñas podrán conducir a consecuenias graves, como la amputación.
Es recomendable evitar los baños calientes, el zapato ajustado o incómodo, el andar descalzo dentro o fuera de la casa y el corte redondo de las uñas (las uñas cuadradas no se entierran fácilmente).
La hiperglucemia diabética crónica indica que la DM no está controlada. El descontrol glucémico es responsable de aproximadamente el 50% de todas las amputaciones de pie o de pierna (excluyendo las traumáticas que resultan de accidentes).
La causa directa de estas amputaciones es la gangrena, que es resultado a largo plazo de los efectos de la hiperglucemia diabética crónica.
Mito 47:
Da el mismo resultado medir la glucosa en la sangre que
en la orina.
Hasta hace 20 años, medir la cantidad de glucosa en la
orina (que se llama la glucosuria) era el
mejor modo de automonitorear los niveles de glucosa
corporal.
No existe una relación exacta entre los valores de
glucosa en sangre y los en orina, y la falta de una
correspondencia exacta y predecible imposibilita lograr
los óptimos niveles de GS factibles hoy en día.
La glucosa en la orina aparece solamente cuando los
valores de glucosa en sangre superan los 160-180 mg/dL (hay
variación individual). Por eso, la medición
de la glucosuria no permite afinaciones precisas en el
autocuidado de la DM porque no permite saber exactamente
el valor de la GS.
Además, el nivel de glucosa en la orina no
necesariamente refleja la situación existente en el
momento de la determinación porque la orina puede haber
sido producida mucho antes y después retenida largo
tiempo en la vejiga.
Hoy en día, la disponibilidad de materiales para la
medición de la GS con el empleo de aparatos electrónicas
de medición caseros, permite afinar el control de la
DM.
Las determinaciones de la glucemia por punción capilar
o por monitoreo continuo no sólo permiten detectar con
certeza una hipoglucemia o una hiperglucemia, sino que
constituyen una herramienta más precisa para establecer
los ajustes de medicamentos, alimentación, actividad
física, insulinas y/o antidiabéticos orales.
Incorporar el automonitoreo glucémico diario en el
automanejo de la DM es mucho más útil que la medición de
la glucosuria, especialmente en situaciones de urgencia.
Mito 48:
Los que viven con DM siempre andan de mal humor o
dormidos.
El carácter de la persona que vive con DM depende en gran medida de su control de los niveles de GS.
La hipoglucemia, que típicamente dura menos de 30 minutos, puede provocar síntomas como el enojo, cambio de personalidad, falta de atención, desmayo, cansancio y otros.
La hiperglucemia, que puede durar días, semanas, meses, años, tiene efectos en todos los aspectos físicos y psicológicos de la persona. Por eso, las personas que viven con hiperglucemia diabética crónica pueden sentirse exhuastas, deprimidas, enojadas, resentidas.
De hecho, un síntoma de anormalmente elevados niveles de GS es el malestar, la irritabilidad, el coraje y la somnolencia. En esta situación, el coraje no es CAUSA de la hiperglucemia, sino que más bien es RESULTADO de la hiperglucemia.
Las personas con inadecuado control de los niveles de GS pueden generar emociones negativas como consecuencia de tener DM y de enfrentar las demandas cotidianas de la misma.
Mal humor, ira y sentimientos de disgusto pueden ser
las experiencias diarias de algunas personas que tienen
DM. Logrando un control normoglucémico de la GS,
ellas suceden mucho menos frecuentemente.
Mito 49: La grasa engorda. La fruta adelgaza.
Falso.
La verdad es lo contrario...la
frutas y los otros carbohidratos engordan y la grasa
adelgaza. Se ha confirmado científicamente
repetidamente en la literatura profesional.
Fuentes
Diabetes Control and Complications Trial Research Group (DCCTRG). (1993). The effect of intensive treatment ofdiabetes on the development and progression of long-term complications in insulin-dependent diabetes mellitus. New England Journal of Medicine, 329, 977 – 986.
Pérez Pastén E. (1997). Guía para el educador en diabetes. México, D. F.: Soluciones Gráficas.
Nota: La información presentada en esta página electrónica no pretende ser sustituto de la consulta con el médico u otro profesional de la salud (Educador/a en Diabetes, enfermero/a, nutrióloga/o, psicólogo/a, odontólogo/a, etcétera). Ante cualquier duda con relación al diagnóstico o tratamiento de una condición crónica como la diabetes mellitus, es prudente consultar con el profesional de la salud de manera oportuna e informada.